Seamos claros, la crisis bancaria mas grave, de nuestro país la están sufriendo –salvo alguna excepción- las cajas de ahorro. Pues son estas entidades públicas las que se están sometiendo a una serie de maniobras financieras que les salven en algún grado de las cuantiosas perdidas acumuladas –transformación en bancos. Pero, son nuestros políticos con cargo público y con responsabilidades autonómicas –durante los pasados años- los primeros y últimos responsables de esta situación. Y es que no es el Sr. Botín el que tiene insalvables problemas, o el BBVA. Son nuestras cajas gestionadas, en ultimo extremo, por las comunidades autónomas y sus representantes públicos.
”La caja no es de nadie”, repetía con insistencia Jaime Terceiro, quien durante buena parte de los años noventa presidió Caja Madrid. Razón llevaba y ahora se ha visto a la hora de venderlas -Armas y dineros quieren buen dueño. …Como no son de nadie en realidad, nadie se preocupa. Cuando un bien tiene un dueño, ya suele encargarse él de que cada vez sea más valioso y esté en buen estado. Nadie juzgara a sus gestores por malgastar un dinero que supuestamente corresponde a la sociedad –Dineros sin alma.
Esto es lo que han pensado tantos y tantos gestores de cajas de ahorros en los últimos años. Acostumbrados a no tener que dar cuentas a nadie, más que a unos representantes públicos que a la postre han sido, los primeros, beneficiarios de muchos de estos derroches. Y no te digo nada en los años del boom en los que los beneficios no hacían más que crecer –“Bolsillo lleno no tiene dueño”.
Son estos dos últimos factores los que han traído al sector de cajas de ahorros al estado actual, con tres de ellas nacionalizadas, otra intervenida y el resto reconvirtiéndose en bancos para poder sobrevivir.¡Vamos! que de garantes de la obra social de la solidaridad y del “Montepío” se han pasado al lado oscuro de la caridad –Bancos.
Y después de su mala gestión y derroche de los fondos, que ha llevado a las entidades a una situación tan crítica que exige la aportación de cuantiosos fondos públicos y a la práctica desaparición de la obra social, consejeros y gestores se han llevado en su retirada multimillonarias indemnizaciones, que ya se acercan a los 90 millones de euros –“Ya que se quema la casa, calentémonos bien en ella”.
Es una consecuencia del escandaloso despilfarro, de nuestros políticos, que en los años del auge económico se hizo bien patente en su vorágine de concesión de créditos al sector inmobiliario y en su capacidad para financiar proyectos (en buena parte de los casos, por razones políticas) que no tenían ninguna posibilidad de ser rentables. Consecuencia directa, todo ello, de la impunidad con que se desenvuelven los detentores del régimen que sufrimos.
Hasta ahora, el fondo público para salvar a las entidades financieras ha comprometido 17.617 millones para ayudar a nueve grupos de cajas – “A la casa que no visita el sol, la visita el doctor”. La pretensión es que 10.000 millones puedan recuperarse cuando las cajas devuelvan los préstamos y el resto podrían pagarlos al final bancos y cajas a través de su Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Lo único seguro de cómo se articulará es que no serán las cajas por sí solas las que paguen sus platos rotos y sus dispendios. Serán, al final, los contribuyentes los que tengan que hacerse cargo de ello –como siempre.
Porque, si bien, se ha destapado una verdadera cascada de medidas encaminadas al ahorro en los servicios a los contribuyentes –recorte social-; así como otras de vigilancia en el cumplimiento del deber contributivo de los ciudadanos. No se aprecia, sin embargo, el mismo endurecimiento en cuanto a lo público, en absoluto. …Nutridos grupos de “asesores” en las diferentes consejerias autonómicas; empresas publicas ruinosas –de cuñados-; así como, multitud de cargos absolutamente prescindibles, en el estado actual de las cosas, y que sin embargo continúan en sus puestos bien retribuidos.
Así no se pueden pedir más sacrificios a la ciudadanía. Hay que predicar con el ejemplo; con el sacrificio y con el trabajo bien gestionado. Y, sobre todo, hay que castigar con ejemplaridad a los culpables del abuso, del derroche, de la gestión absentista y del delito público.
Otra muestra más de esta España de cortijos autonómicos; de señoritos provinciales y de millonarios independentistas.