Desde luego que no se trata, a toro pasado, de ser más taurino que nadie. Sin embargo, se debe reconocer que ASFI, e Iñaki Gil, se han llevado el dinero que los propietarios de las comunidades administradas hemos puesto en sus manos; de forma ingenua, ciertamente. ¿Quién podría impedirle que lo hiciera? ¿Los principios morales? Pero, ¿qué principios son esos? ¿Los que van cambiando en función de lo que interese? He oído en conversaciones privadas a políticos referirse a este tipo de principios cambiantes. Y en la vida cotidiana lo vemos a menudo en todos los ámbitos de la sociedad. Los más cívicos avispados dirán inmediatamente que en un estado de derecho debemos confiar en la administración de justicia para que imparta cumplido escarmiento a este tipo bribones cazados. Hay a quienes no les han pillado. Sin embargo, en las comunidades afectadas nos vemos obligados a valorar si el gasto que nos va a producir meternos en el pleito nos compensa. El dinero robado no lo vamos a recuperar y la conclusión de todo este embrollo no sabemos cuántos años tardará. No cabe otra alternativa, en principio, que la de mirar hacia adelante y dejar de ser incautos. De otra manera seguiremos estando expuestos a este tipo de profesionales sin escrúpulos y de principios éticos cambiantes, ya sea en el ámbito de la administración de fincas, de la banca, de la abogacía, o de cualquier otro. En este sentido, cuando vienen mal dadas, es muy recurrido afirmar que no se puede enjuiciar a todo un gremio por el comportamiento delictivo de una oveja negra. Sin embargo, yo creo que los profesionales tienen su parte de responsabilidad. Nuestra nueva administradora de fincas se excusaba diciendo que la relación debe estar basada en la confianza y que si aparece alguien que se lleva la pasta… ¿qué le vamos a hacer? Hombre, algunas garantías deberá apuntar el propio administrador de fincas que corresponda para evitar que, en un momento dado, sus principios morales cambien sin previo aviso y se vuelva a repetir la faena. Por ejemplo, yo no pondría mi cuenta corriente en manos de un administrador quedándome al margen de cualquier poder de pagos. El buen administrador, y buen profesional, debería decirme: usted se está equivocando, a mí no me corresponde tener esa responsabilidad, ni la necesito, ni la quiero. Usted deme acceso a consultar su cuenta, para que pueda administrarla y obtener la información. Como mucho, permítame que firme junto a usted a la hora de realizar los pagos o sacar dinero de la cuenta. Conozco administradores de fincas que actúan así, pero el de ASFI no era el caso.
Lamentablemente, los códigos deontológicos van siendo sustituidos por las llamadas políticas de calidad. No son lo mismo. Visto lo visto, los administradores de fincas deberían renunciar a tener el control absoluto de las cuentas corrientes de los propietarios. A lo sumo que fueran mancomunadas. Además, la mayoría de los pagos corresponde a recibos domiciliados. Los propietarios por su parte deben controlar la cuenta corriente periódicamente. Y, desde luego, no deben basar sus relaciones, ni con los administradores ni con los bancos ni con cualquier profesional, única y exclusivamente en al confianza. A no ser que recuperemos aquellos que se llamaban principios éticos. La confianza es traicionada continuamente hasta por las personas más queridas. Aviso a navegantes. La crisis no ha acabado todavía, más bien irá a más.