Roberto Jiménez, el actor principal de la segunda banda electoral navarra por presupuesto, me mira con confianza desde la villavesa. En realidad mira al fotógrafo del PSOE y su cara nueva y recién lavada intenta subrayar la idea de CAMBIO que centra el lema de precampaña socialista. Roberto Jiménez tenía once añitos en el momento del cambio felipista del 82, será por eso que no le cansa recurrir al tópico.
Cambio, recambio, cambiazo… la alternancia programada entre la coca y la pepsi de la política empieza a sonar a dejavú, especialmente para aquellos que miramos la historia reciente procurando aprender de ella. Es lo que tiene el progresismo, que es incompatible con las hemerotecas. Para el progre triunfante no interesa lo pasado porque lo único que importa es la voluntad, el empeño, la treta y el dinero aplicados a la conquista del poder. Y si hay que apelar al cambio, se apela. Total ¿quién se acuerda a estas alturas de aquel joven sevillano de la chaqueta de pana?