Un día Navarrino se encontró una vieja lámpara y de pronto, cuando la limpiaba distraido, salió de ella un genio maligno que le preguntó:
– ¿Está usted de acuerdo en apoyar un proceso de final dialogado de la violencia si previamente ETA manifiesta de forma inequívoca su voluntad de poner fin a la misma de una vez y para siempre?
El estrafalario ser de la lámpara era una reliquia de principios del siglo XXI. No se había enterado de nada desde entonces.
Así que Navarrino, que no estaba de humor para escuchar estupideces antiguas, se dirigió al genio tratando de conservar la cabeza fría:
– ¿Y qué le parecería a Vd., señor mío, que dialogásemos sobre tres deseos que quiero pedirle si antes le prometo que no le voy a pedir tres deseos?
– ¡Qué cabezón y que poco dialogante eres, Navarrino! -respondió el genio mirando al joven a través de sus enormes ojos entornados mientras empezaba a retorcerse y a echar humo, con el rostro congestionado y un temblor que se extendía a toda la estancia -. Solo te he hecho una pequeña pregunta ¿y me respondes así?. No todo en esta vida es pura lógica. Debes liberar tu mente.
– Pues si -le espetó el joven arremangándose-. De momento voy a liberar otra cosa. ¿Está Vd. de acuerdo en hablar conmigo para que no le pegue una torta si previamente me comprometo a no pegarle una torta?
Jerónimo Erro