Esta es, junto con "meapilas" una de las pocas aportaciones graciosas de los progres al lenguaje político. "Casposo", en el imaginario cheguevariano, es algo así como una mezcla entre rancio, viejo, católico, demodé, paternalista, peinadoarraya, encorbatado y conservador. Pues bien, ésa es la palabra que ha escogido el que fuera gran líder pro-vida, Jesús Poveda, para descalificar a las personas y grupos que están intentando construir un gran proyecto político coherente con los llamados principios innegociables: derecho a la vida, familia tradicional, libertad de educación y bien común.
Jesús Poveda, que sabrá mucho sobre operaciones rescate pero no tanto de política, ha roto con la Plataforma de los Principios No Negociables y ha entrado en estas elecciones (número 6 de la candidatura) en ese revoltijo que han montado el frívolo Miguel Durán, el euroescéptico Libertas y el jacobino Ciudadanos repitiendo a otra escala la misma estafa a que nos tienen acostumbrados los "políticos católicos" que pueblan el PP. A título personal son el no va más de la catolicidad y el bienpensar. Van a Misa, son honrados padres de familia o ejemplares célibes consagrados, abominan del aborto y de todas las leyes inmorales… pero acaban militando en partidos políticos que no recogen tan profundas convicciones en el programa electoral. ¿Vendrá hoy Poveda a Pamplona para desdecirse? ¿O seguirá justificando su injustificable metedura de pata? Pena penita pena.
Jerónimo Erro