Antes, cuando los partidos políticos y las ideologías preconcebidas no monopolizaban el ámbito de lo público, era posible ver juntos, en el gobierno de una misma ciudad, de un mismo territorio, a personas diferentes, diversas como un montañés anguloso y un ribero redondo, gente complementaria. Todavía perviven algunos restos de aquella otra forma de entender la democracia -sin partidos- en los márgenes del sistema, en los ayuntamientos muy pequeños, o en las comunidades de vecinos, por poner algún ejemplo.
Ahora resulta que Miguel Sanz, un político práctico, no excesivamente ideologizado, cabeza visible de una marca electoral que, como ya hemos comentado en este rincón del ciberespacio, fue fundada por Jesús Aizpún por una Navarra unida y equilibrada en sus cinco merindades, propone un gobierno de concentración foral.
La ventaja de un gobierno semejante sería evidente: una vez constituido ya no habría oposición sino colaboración e implicación. Todos sus miembros y apoyos tendrían que converger y ponerse de acuerdo en sacar adelante, simplemente, lo mejor para Navarra. Ya no importaría tanto "lo mejor para mi partido". Ya no cabría la posibilidad de tanta triquiñuela partidista.
El inconveniente lo tendrían los propios políticos. Pero para eso les pagamos ¿no? ¡Que suden un poco la camiseta!. ¡Que trabajen! Que hagan el esfuerzo de separar el trigo del bien común de la paja de la chorradica ideológica. ¿No se ponen de acuerdo para el sueldo? ¡Pues que acuerden el trabajo! No, desde luego no es una propuesta de gobierno fácil. Pero si no se meten a ciriquear ni Zapatero, ni Rajoy, ni Llamazares, es muy posible que pudieran salir de ahí algunas cosas buenas para Navarra.
En cuanto a los nacionalistas de ANEXIOA BAI, si yo fuese Miguel Sanz invitaría también a Zabaleta a entrar en el Gobierno foral, por lo mismo. Para evitar que un nacionalismo aislado políticamente se crezca y se de importancia como "única oposición". Seguramente lo que va a pasar es que los que sean comunistas, o socialistas, o nacionalistas antes que navarros no querrán ni oir hablar de la propuesta. Se quedarán fuera por su culpa, por fanatismo ideológico, o por euskadianos. Pero tendrán que reconocer que la propuesta es muy elegante.
Jerónimo Erro