Estamos tan hartos los cristianos de oir que la mies es mucha que podemos llegar a olvidar qué es lo que espera el Señor de sus obreros. Los responsables de estadística de la Iglesia llevan décadas acogotando a los señores obispos con cifras alarmantes, descensos dramáticos, pérdidas drásticas. En realidad no sé qué es lo que pintan o cuentan ese tipo de expertos en una Religión que habla de sendas estrechas, de ojos de aguja, de cientos por uno, de sacar hijos de Abraham de las piedras, de pagar igual a los que llegan tarde, etc. La llamada "economía" de la salvación tiene poco que ver con los gráficos y muy poco con las medias estadísticas.
En Navarra, sin ir más lejos, es evidente que lograr una unaminidad en torno al Catecismo sería mucho más urgente que llenar de cualquier manera todas las vacantes del organigrama parroquial. Porque está comprobadísimo que no hay nada más autodestructivo y desalentador que dos sacerdotes predicando doctrinas contradictorias.
Recientemente varios medios de talante progre han aireado con fruición la existencia de una carta contestataria que un grupito de sacerdotes de edad avanzada han dirigido al Arzobispo. Esos clérigos, llevados por un sospechoso celo "diocesanista" arremeten contra el Opus Dei y el Camino Neocatecumenal, fundamentalmente, como si temieran que la universalidad de esos movimientos pudiera poner en riesgo la autenticidad local de nuestra pequeña Iglesia sanferminera. Ese no es el problema y lo saben. La cuestión no es que haya que proteger al pez chico de no se sabe qué amenazas externas. Lo que hay que procurar es, sencillamente, no confundir su muy respetable chiquitez con la heterodoxia.
Jerónimo Erro