Llevamos cuarenta años con la misma cantinela. "Que ahora si, que ya son los últimos coletazos, que hay que ser cautelosos pero que esto es el principio del fin, etc." Y pasa el tiempo y ya son seiscientos los presos de ETA en las cárceles a los que hay que alimentar y mantener día tras día. Un dispendio.
El Estado todopoderoso no es tan poderoso ¿o qué?. Un pequeño grupo de fanáticos resiste y persevera en su maldad a pesar de la bonanza económica de estos años pasados, a pesar del pasotismo juvenil, a pesar de las nuevas tecnologías (la videovigilancia, los chips, las tarjetas, internet, etc.) que nos tienen a todos más fichados que ni se, a pesar de tener en sus manos todos los instrumentos de propaganda y comedura de coco imaginables, a pesar del nuevo orden mundial que interconecta a toda la policía del globo, a pesar del presupuesto. Es como si una tras otras todas las oportunidades, todos los cambios experimentados en el mundo no fueran aprovechados para acabar de una vez por todas con esta locura. Cuando por fin, un día de estos, llegue un ministro que diga: "ETA se ha terminado", dejará en el ridículo y la sospecha a todos sus antecesores. Porque acabar con ETA no es cuestión de esperar sino de hacer. De hacer cosas que ya están inventadas.
Jerónimo Erro