NAVIDAD NACIONALISTA: EL SECUESTRO DE OLENTZERO En teoría nada impediría ser nacionalista y religioso. Pero en la práctica, cuando el nacionalismo comienza a rodar, como una bola de nieve, se convierte en una pseudo-religión que ocupa el espacio reservado a las cosas trascendentes. Renuncio a escribir aquí la lista de nazionalismos que han sustituido la Navidad por el retorno al prehistórico solsticio de invierno. Tenemos uno demasiado cerca y muy envalentonado como para no ser conscientes de la distorsión que supone. Olentzero no es sino una víctima más de la manipulación nacionalista. El verdadero Olentzero ha sido secuestrado y suplantado por un gordinflón fotocopiado que hace el ridículo queriendo pasar por el papanoel vasco. Lo que era una hermosa costumbre local, diferente, original, ha sido sacada de quicio para ser reducida al papel de bandera, de signo. Como si fuera una enseña nacional-política han sustituido al bohemio carbonero por un escrupuloso funcionario. Ahora todos sus esfuerzos se encaminan a un objetivo: ha de extenderse por todo el territorio, ha de llegar justo hasta la muga. Siempre han existido generalizaciones. Pero las generalizaciones las han de hacer los de fuera. No uno mismo. Y por eso a los españoles nos han pintado -los otros- con sombrero cordobés. Y a los navarros -también los otros- cantando una jota. Lo del nuevo Olentzero -como lo de los nuevos “zampantzar” o “ioaldunak”- es muy artificial y lo saben. Ellos dirán que no lo imponen, faltaría más, pero se lo autoimponen como un deber “nacional”. Y eso es peor. Jerónimo Erro