La enfermedad totalitaria es como un cáncer legislativo que tiende a crecer de forma invasiva provocando una especie de esclerosis en ámbitos que en su estado natural permanecían sanos. Esta obsesión compulsiva-legislativa afecta especialmente a los políticos que se autodenominan progresistas. Pero cada vez se detectan más casos de contagio epidémico entre los políticos de centro-derecha demasiado apegados al coche oficial. Se suele decir que “el poder corrompe”, pero hay algo todavía peor y es que el poder, a fin de ocultar todo lo corrompido, está produciendo de forma espasmódica e ininterrumpida, un caparazón legislativo con el que procura dar un aspecto ordenado y respetable a todo lo que antes ha podrido. Detrás de Atila no crecía la hierba. Tras el progre positivista no se mueve nada a no ser que la ley lo permita.
Hasta no hace mucho tiempo, la familia era una realidad pre-política y meta-legislativa en la que los políticos no tenían el atrevimiento de mangonear. Cada boda fundaba una institución nueva y vieja a la vez. Independiente del Estado. Y nadie ponía en duda que los padres -y no los ministros- eran los responsables de la educación -collejas incluidas-, y de la formación moral e integral de sus hijos. Ahora, no contentos con haber contaminado y esclerotizado el campo social, el laboral, el cultural… arremeten contra el familiar, la última trinchera que nos quedaba a los hombres libres.
Las leyes de divorcio, de dependencia, de igualdad, de violencia “de género”, bajo la apariencia de servicios, de mejoras, de ayudas, ocultan una ideología tiránica que avanza imparable para disolver y judicializar las relaciones familiares. Para azuzar la guerra de los sexos. Para crear individuos solitarios y fácilmente manipulables.
Lo único que cabe esperar de este cáncer es que muera de éxito. Y que un día, cuando reviente el BOE, nos demos cuenta de que no hacían falta tantos inspectores, ni tantos vigilantes, ni tantos policías. Que todas las leyes del mundo pueden comprimirse en diez pequeños consejos.
Jerónimo Erro