Nos estamos pasando de la raya con tanta reclamación. Una cosa es que no nos tomen el pelo y otra distinta dejarse llevar por esa nube de abogadillos que se esconden detrás de cada baldosa mal puesta para demandar al ayuntamiento en cada tropiezo. Las desgracias son impredecibles por definición y no digamos los accidentes. Pretender hilar demasiado fino en la reclamación por daños, perjuicios y demás no nos lleva mas que a vivir con miedo, a rodearnos de seguros no tan seguros, a hacer todo siempre pensando en lo peor. Vivir la vida, como quiera que sea vivida, es siempre una empresa de alto riesgo: al final nadie sale vivo de esta empresa. Así que no por mucho contratar seguros para mí y mucho denunciar contra los seguros de los demás voy a terminar mejor parado. Entre tanto más nos valdría aprovechar mejor los recursos y gastar las energías en hacer bien las cosas en vez de funcionar en todo como si fuéramos de algodón. Me da la impresión de que el miedo es una de las cosas más caras que existen.
Jerónimo Erro