FORALMENTE CORRECTOS Nunca ha existido una cultura navarra. Ni una distancia azul, ni una anchura salada, ni una redondez maloliente. Todas estas expresiones pueden ser metáforas válidas allí donde no llega el discurso lógico de la sintáctica normal. Pero en circunstancias ordinarias de lo que hay que hablar es de cultura por un lado, y de esa entidad política llamada Navarra por otro. Si algo ha caracterizado a Navarra a lo largo de sus siglos de historia es precisamente esto. El haber hecho una distinción nítida entre los aspectos políticos, institucionales, forales o legales de la realidad y los demas aspectos, sociales o culturales. Navarra ha sido nada más -y nada menos- que un marco legal -foral- para el libre desarrollo de la vida personal, familiar, social y cultural. Por eso pensamos que en plena fiebre nacionalista los navarros tenemos mucho que decir y mucha sensatez que aportar. La aportamos, por ejemplo, con la nueva marca turística de Navarra: “Reyno de Navarra. Tierra de Diversidad”. Una marca que recoge perfectamente esa distinción entre política (el reyno) y cultura (diversidad). La aportamos de hecho, por ejemplo, cuando el presidente del Foro de Ermua, Mikel Buesa, para presentar el acto que este movimiento convocará el día 21 en el paseo de Sarasate de Pamplona, dice que «Navarra es un buen ejemplo para demostrar que la identidad regional es compatible con la unidad de España». Quienes un día inventaron el Reino de Navarra no lo hicieron para proteger una cultura concreta, ni para regular un espacio sin humo, ni para extender el Olentzero hasta los últimos confines de su territorio. Tampoco la jota, ni la pelota, ni el lanzamiento de rabiosa. Es verdad que lo hicieron para que gobernara en Pamplona un cristiano en vez de un musulmán. Pero una vez establecido ese fundamento básico los reyes de Navarra nunca pensaron que hubiera que definir estrictamente una lengua oficial, ni una cultura oficial, ni tantas cosas oficiales. Vivimos en un mundo en el que la política se ha salido de quicio. Pretende controlarlo y dominarlo todo. La aplicación del «apartheid» a los fumadores es un síntoma de una tendencia política exagerada y preocupante. La invención de lo “políticamente correcto” y la consiguiente persecución de toda voz discrepante también. En Navarra Confidencial preferimos ser “foralmente correctos”. Hubo un tiempo en que esta misma idea de lo “foralmente correcto” era común en toda España, -o en Las Españas que decían los clásicos-. Tal vez sea responsabilidad de los navarros del siglo XXI -de los no-nacionalistas, claro- armarnos de paciencia para explicar a todos nuestros hermanos españoles que no es bueno mezclar la cultura con la política. Jerónimo Erro