¿DE QUIEN NOS TIENE QUE DEFENDER EL DEFENSOR? El mismo nombre de la institución es sospechoso. ¿No se podría interpretar que sirve para defender a los políticos “del” pueblo? Al fin y al cabo lo único que hace es convertir en papel algunas protestas ciudadanas y reducir a estadísticas las pataletas que habitualmente recogen las “cartas al director”. Pasemos por alto el gasto de teléfono, oficina y coche oficial que ha gestionado en los últimos años la señora “ararteka”. Navarra es rica y famosa; no se arruinará por eso. Lo que duele de verdad -suponiendo que realmente sirva esta institución para defender al pueblo- es plantearse esta pregunta: ¿de quién tiene que defendernos la defensora? Si hubiéramos desarrollado y amejorado mejor nuestra secular democracia autóctona foral en vez de imitar con simpleza los inventos de la revolución francesa no necesitaríamos ni defensor ni defensora. ¿Qué otra cosa eran las Cortes de Navarra -con todas sus imperfecciones- sino una reunión de los representantes de la gente para a defender a la gente? Las Cortes de Navarra eran, o querían ser, la defensa legítima de los intereses del pueblo frente a los posibles abusos del Poder real. Pero hoy, el actual Parlamento, que se dice heredero de aquellas Cortes, ya no está formado por representantes de nadie, sino por parlamentarios que se deben a sus partidos. Y claro. De esas cosas hay que defenderse. J.E.