Los del PP no se enteran. Y muchos de UPN tampoco. Pero que el nuevo experimento de Savater y compañía, que en teoría nace para levantar la bandera del anti-nacionalismo, se llame “Ciudadanos del País Vasco” no tiene ni pies ni cabeza. Seguro que tampoco tendrán problema en aceptar como enseña autonómica ese logotipo del PNV que inventó Arana y que tanto se parece a la “Union Jack” británica. Es que no se enteran, o no quieren hacerlo. Porque al asumir que el concepto “vasco” es el único fundamento de la identidad de su autonomía política con sede en Vitoria están asumiendo la premisa número uno del nacionalismo vasquista: que la cultura vasca justifica por sí sola la existencia de una personalidad política diferenciada. Y así, mientras ellos se conforman tímidamente con una autonomía, los auténticos nacionalistas reclaman el paso lógico: un estado propio. Pero no es verdad. Esa premisa primera es la que hay que negar. La realidad es que durante siglos y siglos los términos País Vasco, o Euskal Herria, o Vasconia han servido para definir un ámbito cultural difuso. Ambito cuyas fronteras han fluctuado entrecruzándose con las de un ámbito político concreto: el conformado por Reino de Navarra, las Provincias Vascongadas y el estado francés. No me fio de su anti-nacionalismo. Si de verdad quisieran crear un instrumento político para romper con el mito sabiniano habrían ido a la raíz. Volverían a separar la cultura de la política y dirían que su nuevo partido se llama “Ciudadanos de las Vascongadas”. Y aquí por Navarra, el mismo despiste. Después de mucho pataleo hemos conseguido que no pongan en su escudo las cadenas de nuestro Reino. Bien.Ahora tendríamos que conseguir que dejen de llamarse “País Vasco”. Que dejen de hacer como los imperialistas yanquis que pretenden ser los únicos americanos. Hay que decirles que Navarra, y Francia, también forman parte de ese ámbito del país vasco cultural. Lo que pasa es que nosotros no necesitamos ni medirnos el cráneo ni analizarnos la sangre para saber quién es nuestro lehendakari. Jerónimo Erro