¡Menuda imagen para Pamplona!

Me da vergüenza ajena que la mayoría de los concejales de Pamplona se oponga a la instalación de una estatua de Juan Pablo II, el grande. Hace falta ser mezquino para negarse a que se proporcione este pequeño reconocimiento a uno de los mayores personajes históricos del siglo XX y líder espiritual legítimo de ese 90% de pamploneses que reclama funerales católicos con órgano y pompa cuando estira la pata. Se pensarán tal vez los ediles comepapas en su torpeza moral que al cerrarse a este homenaje fastidian al Opus, a los carcas, a la derecha, a las farmacias que no venden preservativos o a los empresarios. Fastidian, desde luego, pero lo que hacen principalmente es manchar el buen nombre de su ciudad. ¿Qué diran nuestros colegas culturales europeos de Torun (Polonia) al saber que insultamos de este modo la memoria del más ilustre de sus compatriotas? ¿Qué dirán los católicos de todo el mundo cuando oigan en la tele el «A San Fermín pedimos…»? ¿Qué dirían los pamploneses muertos si se les dejara opinar? ¿Y los vivos? No tiene mucho sentido honrar a Saturnino y a Fermín, obispos, para ningunear al también obispo Juan Pablo. ¿Por qué se le margina? ¿Por ser extranjero? ¿Por ser religioso? Unos tendrán que dar una explicación y otros deberían exigirla con algo más de vigor antes de que sea demasiado tarde.

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CLAVES EN OPINIÓN

3 respuestas

  1. Yo me borro de Pamplona y me hago refugiado de Murillo El Cuende.
    Me voy a constituir yo en mi casa, ayuntamiento independiente y voy a poner una estatua gigante de JP II en la terraza.
    ¡que paletos!

  2. Bueno, don Jerónimo. Pero no querer poner la estatua de Juan Pablo II, que es una torpeza, o una memez (para eso no llames JUan Pablo II a una avenida de tu ciudad) no es un insulto a la memoria de nadie. Más bien, es un retrato de la estrechez de miras de algunos. En democracia, (como en un matrimonio, o en una sociedad) tenemos que aprender a vivir en la discrepancia, y a no sentirnos vejados o provocados por el otro.

  3. 100% de acuerdo D. Jerónimo. A los pocos meses de fallecer Juan Pablo II, el grupo Intereconomía, instaló en los jardines de uno de sus edificios de la Castellana de Madrid una estatua del Santo Padre que evocaba una de las últimas visitas del Papa a la capital de España.

    Si usted sabe de alguien que tenga un jardín «privado» a pie de calle, yo prometo hacerme cargo de la cuestación popular (y pondré una parte importante del valor de la estatua) para instalarla.

    Está claro que nuestros políticos están a otra onda. Y ya no le digo mi vecina que ayer volvió de Madrid en el vuelo de las 19.30 cargadita de regalos…¡¡menudas rebajas hay todavía en la capital!!

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