Pública y privada: la eterna polémica

Sr. Director: les leo siempre son mucha atención y muchas veces estoy de acuerdo con sus planteamientos. Pero esta vez no puedo estarlo. Me parece injusta la comparativa que hacen entre los centros públicos y los privados. Partiendo de la base de que yo estoy a favor de todos ellos, porque todos cumplen una función en la sociedad y rellenan un hueco que no podrían cubrir los otros, creo que es profundamente desacertado el análisis que hacen.

Efectivamente la escuela pública es más cara, mucho más cara que la privada, entre otras cosas porque es mucho mayor la relación nº de profesores/nº de alumnos que en la escuela privada y ya sabemos que el mayor gasto de produce en las nóminas de los empleados. Desde luego no en las instalaciones, en las que la Administración invierte bastante poco. También es cierto que en las pruebas Pisa la enseñanza pública obtiene unos resultados ligeramente, solo ligeramente, peores que la enseñanza privada. Pero la razón de esto no está en el derroche de medios o en la mala gestión como ustedes parecen insinuar. No, la razón está en que la escuela pública cumple un fin social de recoger al alumnado que no quiere la enseñanza privada: tenemos alumnos emigrantes, con discapacidades físicas y psíquicas, con dificultades de aprendizaje, conductuales, que requieren profesorado especializado y con una ratio mucho menor. Muchos de estos alumnos jamás se asoman siquiera a la enseñanza privada porque la mayoría de las veces sus circunstancias familiares se lo impiden y se lo llegan a hacer no duran ni un trimestre en un centro privado. Es verdad que la enseñanza concertada va favoreciendo poco a poco la integración y que la escuela privada va dejando de ser poco a poco elitista, pero determinados alumnos siguen yendo exclusivamente a los centros públicos: las minorías étnicas, los desarraigados, los alumnos de poblaciones pequeñas que no disponen de centros privados…

Yo, que vuelvo a repetir, soy defensora de que cada padre eduque a sus hijos de acuerdo con su forma de pensar en el centro que quiera y sin que ello le cueste más que a otro padre me suelo quejar de cómo se hacen las pruebas PISA: los niños salen a sorteo del aula para hacerlas y a veces hay aulas en que el alumno que sale o es malo o es peor (como estudiante, entiéndase). Eso no puede pasar jamás en una escuela privada. Siempre digo que habría que seleccionar a los mejores alumnos de cada aula y así la competencia no sería desleal y podríamos saber, a igualdad de alumnos, donde se aprende más. De todas maneras hay otras pruebas externas que también pueden ser estudiadas, por ejemplo los éxitos en 2º de Bachiller: que porcentaje de alumnos comienzan y termina este curso, los resultados de selectividad… y veríamos que aquí las diferencias ya no son importantes. Ahora mismo, por poner un ejemplo, el número 1 y el 3 de las Olimpiadas de Química las ha obtenido un centro público, también el mejor expediente de Bachillerato.

Es evidente que el profesorado de la pública ha sufrido una importante selección, yo no diría por ello que somos mejores enseñantes que los de la privada, porque para enseñar solo se requiere amor a esta profesión y a los alumnos, pero tampoco voy a aceptar que seamos peores, a tenor de un estudio sesgado de los resultados. El fracaso escolar también hay que medirlo en el número de delincuentes e inadaptados que genera una sociedad y estoy segura de que la enseñanza pública contribuye en gran medida a disminuir ese número. Un buen alumno aprende incluso sin profesor y generalmente es educado, bien educado, en su casa. Lo difícil es enseñar y educar a un alumno desarraigado, con familias con todo tipo de dificultades, con desinterés y “aparcado” en el aula. ¿Algún día nos repartiremos equitativamente este tipo de alumnado?.

Les saluda atentamente
R. Álvarez Calviño
Catedrática de Biología y Geología.
Jefe del Departamento de Biología y Geología del IES Sancho III el Mayor de Tafalla.

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