Raro es el día en que la prensa no recoge el asesinato de un sacerdote; la muerte de un misionero; el asalto a una iglesia; la condena por “blasfemia” de un cristiano que defiende su fe; etc., etc; aunque últimamente ha silenciado la matanza de cristianos por bandas musulmanas armadas en Nigeria y en Mali.
Los mártires siguen siendo de actualidad; y lo serán siempre. El hombre que se aleja de Cristo, quiere arrancar a Cristo del horizonte de su vida, y del horizonte de la vida de los demás. Y una vez retirado del horizonte destruyendo iglesias, cruces, etc., le llega el turno al querer eliminar también a toda persona que le recuerde a Cristo: y surgen los mártires; que dan su vida en la tierra bien conscientes de la vida eterna que les espera en el Cielo.
Esas noticias nos mueven a afirmar nuestra Fe en medio de las condiciones más normales de nuestro vivir; en las repetidas novedades de cada día. Quizá no los vemos, no nos damos cuenta, pero son muchos los cristianos, los católicos, que dan testimonio con su vida de que Cristo vive en ellos, y por ese testimonio sufren una especie de martirio silencioso.