Entre el café y la tostada del desayuno hoy la noticia ha sido la muerte de Loyola en mi cocina. Mis hijos, adolescentes y ciudadanos informados, admiraban la vida de esta mujer por la que hoy rezamos. No sabría decir por qué me caía tan bien a mí. Tenía la sonrisa de esas gentes que te hacen tener esperanza, que transmiten que la generosidad y la fe están para ejercitarlas. Lo que conozco de su vida siempre me hablaba de un corazón enorme, de una mujer valiente que valoraba la familia, que sabía querer de uno en uno y que había hecho de su existencia un camino al servicio de los demás. En ella es fácil comprender que lo de vivir coherentemente es posible tanto en la vida privada como en la pública. Muchos buenos ejemplos nos ha dejado, como madre de familia numerosa que soy, me quedo con su testimonio de buena hija y buena hermana. Gracias por tu ejemplo Loyola.