Primero y sobre todo señalar “a priori” que me precipito al no conocer a fondo la situación, pero se de sobra, que nunca lo sabré. ¿Qué van a decir los ciudadanos, qué podemos decirles aquellos que tenemos la osadía de exponer públicamente lo que pensamos? Los ridículos, buscados o no, provocados, o encontrados, van de uno en uno. Pasó hace tiempo, en el Parlamento vasco una cosa parecida con Jaime Mayor Oreja, ha pasado en otras ocasiones en las Cámaras de Madrid, y ahora con Navarra en juego, “nos la juegan”. Mientras unos debaten y no consiguen sino confundir a los ciudadanos (difícilmente votantes) con la conveniencia o no de la “Disposición Transitoria Cuarta”, de la que se desconoce si es o no la espade de Damocles que pende sobre el futuro de Navarra, otros pierden el turno, y Navarra, pierde el AVE. Nos quedamos sin financiación para el tren de alta velocidad, sin corredor a Francia, y a este paso nos quedamos sin identidad. Pues no, “yo me niego a dejar de ser navarro”, con ese titulo, que Dios me ha dado, naciendo en esta tierra, donde desde siglos han nacido y vivido mis abuelos, soy navarro y orgulloso, muy orgullosos de serlo, y nadie conseguirá que deje de serlo. Ni siquiera cuando en mi epitafio, ponga eso, solo eso “aquí yace un navarro”. Esta es una tierra noble, de hombres nobles, defendida por hombres nobles ayudados por Dios, y así tiene que seguir siendo. Lo malo es que con “met… d … pat…” como ésta, no sé si vamos muy lejos, y peor es que las hay más; y claro si se lo ponemos en bandeja, nos van a quitar el pan del morral. Y en este caso el pan, son las cadenas de nuestro escudo, “y por ahí sí que no paso”.