La última proposición del Ministerio de Igualdad es acabar en los centros escolares con los cuentos tradicionales como la Bella Durmiente, la Cenicienta, la Bella y la Bestia, etc. O sea, «colorín colorado, este cuento se ha acabado», pues Aído en las auals se ha colado. Según la ministra Aido, las niñas no necesitan príncipes azules para ser rescatadas del devenir diario, ya que el contenido de esos cuentos genera diferencias de género. De toda la gente que conozco de mi época infantil, a nadie nos traumatizó ver y leer dichos cuentos. Lo que sí traumatiza y degrada es el botellón, las relaciones sexuales precoces, en adolescentes, la promiscuidad, o contagiarse del veneno que porta Internet en ciertas páginas. La educación coherente obedece a la recta moral, a la corrección en el trato, no en desahogos banales que menoscaban la integridad humana.