Me han parecido muy curiosas una serie de reacciones habidas tanto desde varios medios de comunicación, como de la gente de la calle, a cuenta de la presencia de un grupo de carlistas en la última manifestación contra la negociación con los asesinos de ETA. Lo primero de todo, es curioso como la gente de a pie sigue identificando los símbolos carlistas, como la txapelgorri y la Cruz de San Andrés, con Navarra y los navarros, para desasosiego de los que somos carlistas pero no navarros. Y es más curioso todavía como habiendo identificación o no con Navarra, las únicas palabras que se recibían por parte de los vecinos de manifestación, eran de ánimo y de no cejar en el empeño de seguir luchan do por una Navarra, una España (las Españas ) católica y foral. Por otro lado, es sospechoso como dos periodistas del ‘caché’ de Federico Jiménez Losantos y Alfonso Ussía, a raíz de esa participación, por una vez y sin que sirva de precedente, se han referido al carlismo y a los carlistas, no como esos cavernarios de épocas pretéritas y oscuras, si no como españoles de pura raza, guardianes de la quintaesencia del ser español. Curioso que, ahora que vienen mal dadas, se recurra y se loen a los carlistas en general y a los navarros en particular, como la última barricada ante el avance nacionalista. ¿Ya han perdido la fe en el sistema?
