El irresponsable del Rey

Cuando han pasado ya varios días de la sanción por parte de Juan Carlos I de la ley más asesina de la historia de España quisiera poner de manifiesto y compartir con ustedes las siguientes consideraciones al respecto. En primer lugar, si bien la Carta Magna otorga al Jefe del Estado el privilegio de no ser responsable jurídico de cualquier naturaleza en función de su cargo, (es decir, le hacen un completo irresponsable) esto no le exime de su responsabilidad en la moralidad o inmoralidad de sus actos y, en su caso, la gravedad es mayor por el cargo que ocupa de máxima referencia moral ante todo el pueblo español. Juan Carlos I no es una máquina de firmar (aunque haya quién lo piense) y en todos sus actos, como en los de cualquier ser humano que no tenga sus facultades mentales o de voluntad mermadas, llevan implícita la moralidad de sus actos. La ley no le juzgará pero Dios, la historia y la moral nos juzgan a todos por igual. Todos tenemos en la memoria el acto valiente, honroso y ejemplarizante que tuvo su Alteza Real Beduino de Bélgica al negarse a firmar lo que la Constitución le obligaba y esto, mal que le pese, es un pésimo precedente para nuestro Jefe de Estado. Beduino salió airoso del juicio de Dios, de la historia y de la moralidad. Si las comparaciones son odiosas las hay además demoledoras. El comunicado de la conferencia episcopal dándole una “salida honrosa” es más propia del gabinete de casa real que de unos obispos. Los obispos están para evangelizar y pastorear a la grey recordándole a la misma la doctrina que establece la Iglesia (que es igual para todos los cristianos se llamen Juan Carlos o Álvaro) para actuar en orden a la misma y con conciencia recta. No diré más por que respeto a mi madre la Santa Madre Iglesia, por que yo no soy teólogo y por que doctores tiene la Iglesia. En segundo lugar, me gustaría saber cuál habría sido el actuar de Juan Carlos I (y último por lo que comentan) si la ley aprobada por la “sagrada e infalible” mayoría parlamentaria hubiera sido la disolución de España, o la separación de Cataluña de España, o la disolución de la monarquía, o el establecimiento de un régimen dictatorial, o la expulsión de los judíos o su entrega a las autoridades nazis legal y democráticamente constituidas. ¿Hubiera firmado? ¿De verdad la ley, la Constitución le obliga a participar de la disolución de España, o de la liquidación del propio régimen constitucional? ¿De verdad la ley le obliga a este hombre a participar del asesinato de miles de seres humanos inocentes? Si es así yo no quiero esta constitución y yo no voté esta constitución. Y es que son las cosas que tiene el establecer majaderías como las de que el Rey reina pero no gobierna. ¿Qué demonios es reinar? ¿Vacaciones en Mallorca? ¿Discurso de Navidad? ¿Hacer de embajador aquí y allá? ¿De qué nos sirve la figura del Rey sino aprovecha ocasiones como esta para mostrar autoridad moral y no para acabar ejerciendo de autómata completamente irresponsable? Por que no olvidemos que Juan Carlos no tiene reparo en hacer valer su cargo de autoridad moral y al hablar con determinación del terrorismo, de la unidad de los partidos ante la crisis pero ni una sola palabra, ni una sola, con respecto a la aniquilación legal de miles de seres humanos en el vientre de sus madres. Pero claro, la autoridad se gana, no se nace con ella aun cuando uno haya nacido en la Zarzuela (no es el caso) y entre las virtudes de un verdadero Rey no se encuentra la cobardía. En opinión de muchos, son decisiones como esta las que han llevado a que su persona pierda toda majestad, por mucho que algunos obispos hayan querido salir en su auxilio para anestesiar su mala conciencia. La derecha social no recibe más que disgustos y decepciones por parte de sus más altos representantes y no seré yo ni los míos quienes salgan en su defensa cuando la mayoría parlamentaria decida que su “reinado” debe ser finiquitado.

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