El cedido.

Es frecuente en el fútbol que los equipos denominados “grandes”, que disponen de plantillas amplias cedan algunos de los jugadores con los que no cuenta el entrenador a otros equipos más modestos para que, o bien se vayan haciendo o simplemente tengan la oportunidad de jugar. 

Lo que no suele ocurrir es el caso contrario, es decir que un equipo modesto ceda a alguno de sus jugadores a un equipo grande. Y es que los jugadores cedidos aspiran a poder regresar algún día a su equipo de origen y demostrar que ya están preparados para jugar con los mejores. 

En el hipotético caso de cesión de un jugador de un club de segunda, por poner un ejemplo, a uno de primera, dudo mucho que el futbolista en cuestión aspirara a regresar a su club. Lo lógico es que aspirase a quedarse en el equipo “grande” sabedor de que son éstos los que garantizan un mejor futuro, fichas más altas y mayor popularidad.

Curiosamente en la política se produce el caso de cesión de “jugadores” de equipos regionales a formaciones que militan en la Primera División Nacional y no resulta extraño, por lo tanto, comprobar como la reacción del jugador es la lógica en estos casos: aspirar a poder hacer carrera en el equipo grande, donde percibe que puede tener un futuro prometedor, mayor proyección, más reconocimiento. En estos casos, como en el fútbol, el jugador se resiste a regresar al equipo de regional, se plantea aspiraciones más elevadas, retos de más calado, proyectos ambiciosos para los que se siente preparado por el mero hecho de haber sido cedido. 

Si además llegase el caso de que el acuerdo entre los clubes comenzase a plantear problemas de entendimiento lo mejor para sus intereses es “marcar diferencias”, presentarse como un defensor a ultranza del “grande” en contra de su equipo de procedencia, incluso le iría muy bien escenificar un desencuentro público con el Presidente de su equipo con el fin de hacer méritos en el de la capital. Es muy probable que de esta forma pueda mejorar las condiciones de su contrato.

Cuando esto sucede, los técnicos y la Junta Directiva del club pequeño se reúnen y hacen público su arrepentimiento por la cesión y más si cabe cuando el jugador anuncia que en el caso de regresar le gustaría hacerlo como capitán. Los que entienden de fútbol saben que eso no se producirá porque las peñas y una gran parte de la afición no lo aceptarían. Pudiera ser, sin embargo, que el Club grande organizara un equipo filial para la competición regional. Eso ya sería otra cosa.

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