Pues sí, sí sin lugar a dudas, de quien no parece poderse fiar uno, es de los de siempre, de los asesinos, y todos aquellos que están contaminados por esa banda Euskadi Ta Askatasuna, no saben, no se dan cuenta del daño que hacen, del daño que han hecho durante años a las buenas gentes de estas tierras, de estas montañas, de estos bosques, de estos pueblos.
Las gentes vascas, las vascas y vascos de verdad, ha sido conocida como gente noble, sincera y que va de cara, de carácter cerrado, pero cuando se abre, es de confianza, y nobleza sin igual, por ello lo de los quesitos.
Sin embargo, estos trontzolaris, han vuelto a ayudar a su pueblo, al pueblo vasco, a su municipio de Legorreta, al deporte vasco, que dejan en entredicho, cerca de donde esos guardan el material para bombas, se encuentra Idiazábal, donde se hace uno de los mejores quesos de estas tierras, lo malo es que la mala leche de esta gente camuflados de ganaderos aporte podredumbre a una denominación, la vasca, que no merece.
Nada menos que toneladas de explosivos, escondidos bajo la imagen de pastores, de ganaderos, de buenas gentes de la montaña, cerca de Navarra, entre Alsasua y Tolosa, el lobo se esconde como si de un cordero se tratase, y entre el deporte rural reparte cargadores y bombas a diestro y siniestro, para sembrar de muerte la tierra vasca.
Y mientras después de 31 años en prisión sale a la calle José María Sagardui, quien fue culpabilizado de causar tres muertos por lo menos, y yo y otros muchos nos preguntamos ¿será de fiar?, ¿habrá aprendido algo en tantos años entre rejas?, a mi sinceramente me parece que 31 años así no merecen la pena, claro que de los que mató no queda casi ni el recuerdo y eso que ese no se borra nunca.
Fiémonos de los del caserío, que son buena gente, gracias a Jaingoiko, no todos son lobos con piel de cordero, sino que son corderos de los que aportan nobleza, y trabajo a este pueblo, el pueblo vasco.