La gobernadora de Arizona, promulgó una ley que es la primera en Estados Unidos orientada a prohibir que se practique un aborto por motivo racial o de sexo. El texto legal convierte en delito mayor en Arizona el realizar, practicar o financiar un aborto, si es solicitado por la raza o el sexo del feto o la raza de alguno de los padres. Legisladores republicanos promovieron la ley preocupados por los efectos de las cada vez más aceptadas técnicas genéticas para escoger el sexo y el color de la piel de los bebés mediante la fecundación in vitro.
El estatuto indica que las mujeres que se vayan a practicar un aborto deberán firmar una declaración por la que aseguran que no se están sometiendo al procedimiento presionado por motivos de la raza o sexo de su futuro hijo. Los médicos deberán archivar esas declaraciones y aquel profesional de la salud que viole la nueva legislación incurrirá en un delito grave con penas de hasta tres años y medio de prisión.
También autoriza al padre del niño por nacer, si está casado con la mujer que tiene el aborto, a demandar al médico por daños y perjuicios.