Pero estos buenos gobernantes que se desviven por nosotros -mejor dicho, se desviven por nuestras cuentas corrientes- se liaron la manta a la cabeza y se gastan casi 1.500 millones de pesetas en unas duchitas, unos chorritos y unas piscinas para mayor gloria de los cuerpos de los pamploneses y pamplonesas que tengan tiempo y ganas de ir por allí.
Pero lo peor del asunto es que el spa debería habernos costado sólo 1.100 millones, y nos ha costado casi 400 millones de pesetas más. Un 36% más. Pero no pasa nada. Van los arquitectos y les cuentan a nuestros representantes que ha habido que cambiar los asideros, y las puertas de las duchas y cuatro chorritos nuevos que se han tenido que poner… Y van todos agachan la cabeza, dicen que si, que paguen los ciudadanos, y que ellos ¡alé! a darse el primer bañito en el spa, que para algo lo inventaron los romanos, y hay que honrar a Pompaelo ¿no?.
Han tenido eso si, la gentileza de contarnos todo esto cuando todos acabamos de pagar hace un par de semanas nuestros IRPFs y nuestros Impuestos de Sociedades. No fuera a ser que a alguno se le ocurra hacer lo que yo haré al año que viene, porque este ya no puedo. Pienso detraer de mis impuestos (que este año han sido un porrón, porque tengo la mala costumbre de trabajar mucho) un 36%. Le llamaré la "deducción húmeda" porque voy a ponerme en casa unas duchas con luces de colores que vende mi amigo Igor, voy a cambiar el lavaplatos y la lavadora y voy a ponerme una piscinita en la terraza para hacerme unos largos que yo soy un poco pijo y me gusta remojarme pero en la intimidad. Como ve, todo muy húmedo.
Lo aviso con tiempo para que los chicos de Hacienda esten esperando para lanzarse sobre mis "ya-electrónicas" declaraciones y me aticen una buena multa.
Si a ellos les da igual nuestro dinero, a mi no.