OTEGUI EN LA VANGUARDIA Hace no mucho, en otro artículo, dije que todo el avance en que consistía el dichoso “proceso de paz“ consistía en llamar ovejita a un cocodrilo, a fin de poder meterle la cabeza en la boca sin ningún riesgo. Poco más o menos éste es el tipo de solución estándar de Zapatero para todos los problemas que tienen hambre y dos filas de dientes. El último y más brillante éxito de esta política de poner nombres amables a los cocodrilos es la muerte de un par de ecuatorianos como resultado de un “trágico accidente”. Sin embargo, no parece ser que el cocodrilo esté encantado con esta política, y ayer mismo Otegui se despacha a gusto en otra entrevista aclarándonos que ellos siempre han manejado los conceptos de territorialidad y autodeterminación, pero que “las palabras se convierten en tabú y en obstáculos”, y propone por tanto que tomemos esos términos y los “descodifiquemos” en unos términos “de seducción” para que la gente entienda que lo que se alcanza es un “acuerdo razonable”. Es decir, que lo que no sería un acuerdo razonable llamando a las cosas por su nombre, pasa a serlo cuando se cambia el nombre a las cosas. Desde luego esto no significa que Otegui se haya convertido en un demócrata, pero sí que ya se ha sacado un máster en zapaterología. Por lo demás, siguiendo su nueva doctrina, dice por un lado que “el estado español no tiene que pagar un precio político a ETA”, pero por otro lado insiste en un “marco de autonomía para cuatro territorios” (territorialidad) a la cual se le reconozca “el derecho a decidir” (autodeterminación). O sea, lo de siempre pero más seductor. La otra frase de Otegui que ha llamado la atención de los medios es la de que “la independencia sólo se puede construir desde las vías pacíficas y democráticas”. Maravilloso, pero mucho están tardando entonces los etarras en entregarse en el cuartel de la Guardia Civil más próximo, que es todo lo que tienen que hacer para que se dé ese “marco democrático” que tanto dicen echar en falta, en el que quienes no piensan como ellos puedan defender sus proyectos sin que les peguen un tiro en la nuca. Por lo demás, es evidente que tras el atentado de Barajas “el proceso” tiene por delante dos tiempos: uno de latencia (que interesa mucho a Puras) hasta después de las elecciones navarras (para que no las interfiera), y otro de erupción que debe concluir con un acuerdo antes de las generales. De momento, lo que toca es rehabilitar a Otegui, inventarle un lenguaje nuevo y repetir durante unos meses que todas las cosas dichas en ese nuevo lenguaje son sustancialmente distintas de las que se decían antes. Ellos mismos lo reconocen: hay que seducir de nuevo a todo el personal que cayó del caballo en Barajas. Adolfo Pérez – Jacoiste