“NADA, NADA, NADA” ¿Y por qué iba a disimular Otegui cuando el problema lo tiene Zapatero? El caso es que Otegui llega a Pamplona y no disimula nada, nada, nada, así que dice lo que quiere sin tapujos: “Sin Navarra no queremos nada, nada, nada”. E insistió en que Navarra es “el pilar de Euskal Herria”. Lo cual se suma a multitud de declaraciones de Batasuna en los últimos tiempos como: “no existe ninguna posibilidad de solucionar el conflicto sin Navarra”, “sin Navarra, Euskal Herria no se sostiene en el mapa”, o bien “una mesa negociadora sin Navarra sería un fraude”, y “nadie en su sano juicio puede creer que es posible superar el conflicto dejando de lado a Navarra, un territorio sin el cual la historia, la lengua, la cultura y la identidad de Euskal Herria son, sencillamente, incomprensibles”, etc, etc, etc, ad nauseam. Recurro a esta reciente colección de referencias a Navarra para denunciar algo evidente: es mentira, por más que la repitan los socialistas, los nacionalistas y sus medios respectivos que la amenaza de que Navarra puede ser engullida por la Comunidad Autónoma Vasca es una fabulación de Miguel Sanz para ganar el voto del miedo. Ni una sóla de las frases anteriormente reproducidas ha salido de la boca de Miguel Sanz. ¿Acaso no es completamente evidente la necesidad desesperada que la construcción nacional vasca tiene de Navarra? ¿Acaso Otegui disimula? ¿Y no es con Otegui (que dice todas esas cosas sobre Navarra) con quien todos esos señores que niegan la mayor se han reunido o reúnen para negociar y pactar secretamente en unas mesas paralelas (y lelos)? ¿Y no es cierto también que los que desearían ver a Navarra suplantada por Euskadi están sentados en ambas mesas, en una de ellas incluso armados y en la otra a ambos lados de la misma? ¿O acaso hay un solo nacionalista que no codicie tanto Navarra como Otegui? Es más, aparte de su complicidad en todo lo que tenga que ver con Navarra, ¿qué otra cosa podrían ofrecer los socialistas a los nacionalistas y a la ETA? Por tanto, si se sientan con ellos a negociar, que no se reprochen más que a sí mismos el temor que generan en los navarros. No traten de engañarnos, no es Miguel Sanz quien nos mete miedo. De hecho, lejos de meternos miedo, Sanz es el único que nos da una cierta tranquilidad. De los demás, los navarros no podemos fiarnos nada, nada, nada. Adolfo Pérez – Jacoiste