Estoy desde el 23 de marzo oyéndoles. Los primeros días hasta les miraba con cierta simpatía, pues yo también estoy indignada con la situación política y tras escucharles vi que coincidía con algunas de sus denuncias. Ahora ya no es lo mismo, tras tantos días de asambleas, suciedad, desorden, falta de respeto por los vecinos con sus micros y altavoces, proyecciones y conciertos, aunque no quiera escucharles no tengo otras narices que oírles.
La verdad es que no entiendo porqué hay esta dejación de autoridad con los” indignados ”. Ningún otro colectivo puede acampar impunemente durante un día siquiera en la calle y debe pedir permiso para cualquier actividad de las que ellos han realizado. Mientras el resto de la ciudad descansa o puede escuchar la música que ellos pueden elegir,
a los vecinos nos meten la suya aunque no queramos. Hoy domingo, a las 9, 30 de la noche, nos están regalando un concierto de trompetas y timbales. Parece que es la despedida ¡ por fin¡
La canción que cantan es una mofa .Se mete con la iglesia, con el Vaticano, con el Opus, con la Madre Teresa de Calcuta…. Los pocos indignados que están escuchándoles la tararen y bailan sin escrúpulos. Desde casa intento desagraviar con los míos. Estos indignados, son los chicos que los primeros días de su acampada, presumían de respeto, de libertad, de que en su movimiento cabían todos….
No es verdad. Entre los indignados no cabemos todos. Los católicos sobramos. La convivencia se carga todo el idealismo. Estos 15 días de convivencia minuto a minuto nos han abierto los ojos. Da igual lo que digan sus manifiestos, lo que recojan los medios. No tienen respeto a las personas ni entienden la libertad . Su despedida ha sido insultando a las personas creyentes. Entre los indignados no cabemos todos.
Un comentario
Si Teresa, tienes toda la razón.
Donde yo vivo no hay problemas con lo que sucede en la Plaza del Castillo, pero eso es igual.
Primero dijeron que eran apoliticos, que todoa cabian en la manifestación. Concretamente que habia creyentes y no creyentes y que se hacia desde el respeto a todos.
Desde el punto que campa la mentira, ya sabemos de donde vienen.
Y desde el punto que nuestras autoridades lo peremiten, sabemos también que clase de gobierno tenemos.
Indignados estamos todos (o muchos. Todos los que no sacamos tajada del sistema) y ahora, además, estamos indignados con ellos.
Y por descontado, con quienes lo han permitido.