Economía de emergencia

Vivimos tiempos duros en los que la incertidumbre cubre con firmeza las expectativas de futuro. Cuando aún no habíamos llegado a recuperarnos siquiera de aquella crisis del 2008 una serie de sucesos, tanto naturales como artificiales, nos están llevando a una de las peores situaciones que jamás hubiéramos imaginado. Lo peor será, sin duda, el enorme chivo expiatorio que va a suponer Rusia y Putin para nuestro gobierno, el cual ignorará que esta situación se venía produciendo antes del 24 de Febrero. Teniendo la excusa perfecta para no hacer nada y millones de seguidores que no cuestionan sus acciones nos quedará un paisaje muy bonito, digno de retrato.

Sea como fuere, incluso aunque toda la responsabilidad recayera exclusivamente sobre la guerra, lo lógico es pensar que el gobierno sirve para algo. Es decir, ya suponiendo que el gobierno no tiene ninguna culpa de lo que pasa, aunque esto fuera ignorar una obviedad, cabría esperar que hiciera algo para evitar el desastre. Es necesario una economía de emergencia.

Con el precio del combustible y de la luz a estos niveles tan insostenibles, tanto que condenan al humilde trabajador a rebajar su poder adquisitivo a niveles de subsistencia, no tiene sentido que los recursos económicos disponibles no se estén dedicando exclusivamente a ayudar a la gente normal, la clase media, los pequeños empresarios, a todos aquellos que ven que el transporte a su trabajo no compensa su salario.

En una situación como la actual en la que bajamos peldaños dentro de la pirámide de Maslow lo lógico es dejar de emplear cualquier tipo de recurso a cultura, igualdad, ocio y otras cosas que no impliquen directamente la supervivencia. Se deberían de retirar todos los impuestos a la energía y combustibles, cualquier cosa que influya directa o indirectamente sobre el precio de esos bienes necesarios, sacando el dinero de todo aquello prescindible en tiempos de escasez y guerra. Y todo ello se comienza con la concienciación de la población. Son tiempos duros, hay que tomar medidas duras antes de que sea demasiado tarde. Toda la población está notando lo que sucede. El que me esté leyendo me entenderá perfectamente. No hay trabajo, no nos podemos transportar, algunos nos estamos planteando comprar velas para iluminarnos… ¿Quién se imaginó que esto iba a suceder? ¿Quién puede negar que lo que pasa es insostenible? ¿Quién cree que no es urgente dedicar todos los recursos a evitar que la pobreza se extienda sin límite?

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