«Dictadura sanitaria» en el extinto «Telón de Acero»: el caso polaco

Hace unos días, Polonia estaba igual que el año pasado, desde que se diagnosticó al «paciente cero» de COVID-19 y se aplicó el primer conjunto de restricciones. Aunque se han aplicado de varias maneras, aún están presentes, no pudiéndose divisar su fin.

Cuando el pánico dominó a Europa entera debido a un nuevo y desconocido virus, los medios competían por informar sobre la extrema crisis sanitaria en Italia. Las reglas declaraban que Polonia se estaba preparando para el peor escenario, esperándose cualquier cosa. Unos días más tarde, tuvimos cerrado el país entero, incluyendo los bosques. Sí, el gobierno incluso ha cerrado todos los bosques de manera ilegal, bajo el pretexto de la seguridad y la protección de los ciudadanos.

En adición a este lío, hubo restricciones más absurdas, ciegamente dirigidas a cualquier área de la vida. Durante la primera ola de infecciones masivas, la sociedad polaca manifestó un gran entendimiento incluso si no hubiese manera de entender algunas de las acciones del gobierno. Después de los primeros meses, con la venida del verano, la campaña electoral comenzó (los comicios se pospusieron debido a tensiones en la coalición gobernante). Fue entonces cuando el Primer Ministro Morawiecki empezó a estar muy activo en la campaña del presidente Duda, que aspiraba a la reelección, emitiendo esta memorable declaración en uno de los mítines:

Estoy orgulloso de que estemos menos y menos asustados ante este virus y la pandemia; este es un buen enfoque, damas y caballeros, pues el virus se ha retirado, no habiendo necesidad de temerle ahora. Tenéis que votar en masa el 12 de julio, pues todos los requisitos sanitarios se cumplirán adecuadamente. Nada ha ocurrido ahora, nada pasará el 12 de julio. Que nadie se asuste, hay que ir a votar. Es importante ser capaces de continuar esta justa línea de desarrollo. [El discurso oficial fue citado]

Parecía así que podíamos estar seguros de que el virus fue vencido. Nada pudo ser más erróneo. En otoño, el coronavirus retornó, causando más estragos que en primavera. El servicio de salud estuvo a punto de colapsarse, no sirviendo de nada el cambio del ministro de Sanidad así como tampoco con los consecutivos confinamientos y el incremento de actividad de servicios estatales. De todos modos, cabe destacar que los polacos empezaron a desafiar masivamente las decisiones ilegales del gobierno en masa (restaurantes, pistas de esquí, gimnasios, hoteles y casas de huéspedes abrieron).

La histeria, muy fuerte en los primeros meses de la pandemia, se alejó de la mayoría de los ciudadanos. La mayoría empezaron a ver una amenaza real por cuanto podían perder su empleo, tener una educación de bajo rendimiento o problemas para reembolsar los préstamos. En este punto, debe recordarse que nuestra nación no fue superada en materia de elusión de regulaciones (esto se nos enseñó con las particiones de la ocupación alemana y soviética, que resultaron, directamente, en la situación de este otoño).

Los hoteles no pudieron organizar las fiestas de Nochevieja, así que, oficialmente, invitaron a la gente a «limpiar la nieve»; los restaurantes solo pudieron repartir comida, como que se creó la figura del «catador de comida»; las pistas tuvieron que seguir cerrada, así que los «ensayadores de esquís y equipación de esquí» aparecieron en el país (estos son solo algunos ejemplos).

Es más, también resultó que varios activistas prominentes de la coalición Derecha Unida (en la cual está Ley y Justicia, el partido de gobierno) incumplieron sus propias restricciones. El respaldo se desplomó y el público se sumó a la revuelta abierta de la iniciativa otwieraMyúnicamente respaldada por el único grupo parlamentario que se opuso a las restricciones: la Confederación (coalición de paleolibertarios, nacionalistas identitarios y tradicionalistas).

Lo anteriormente mencionado obligó al gobierno a reducir parcialmente la intensidad de sus medidas, abriendo temporalmente la mayoría de industrias. Empero, este año, en febrero y marzo, se volvió a un profundo confinamiento estatal, comparable al primero, aunque sea ya el primero. Empero, la sociedad está luchando contra el gobierno y, pese al confinamientonuevos negocios están abriendo y los emprendedores están ganando pleitos contra las instituciones estatales.

Diréis que este es un círculo vicioso y que el gobierno se está comportando como Don Quijote en la famosa novela de Miguel de Cervantes, porque ya se preveía que el confinamiento no funciona. Conocemos el caso de Suecia así como la comparación entre California y Florida en los Estados Unidos. Desafortunadamente, esta es la verdad. El Primer Ministro Morawiecki dijo en una ocasión que Polonia estaba en el camino intermedio entre Suecia y aquellos países de Europa Occidental donde hay «duros confinamientos».

La situación es dramática. El último año se dio una de las tasas de natalidad más bajas desde el año 2005 así como el mayor número de fallecimientos desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Ha habido un descenso poblacional de 150000 polacos, lo cual equivaldría a la desaparición del mapa geográfico de una ciudad mediana, con un tamaño de población intermedia.

Hay muchas cosas detrás de todo esto. El Consejo Médico del COVID-19 es la única institución a la que el partido de gobierno tiene en cuenta, aceptándose sus instrucciones sin reserva alguna. El asesor jefe del Primer Ministro, el Profesor. Dr. Hab. Andrzej Horban es un partidario del «confinamiento duro» y, por tanto, de un duro curso de cierre del país entero. De hecho, no sorprende esto ya que el Consejo consiste, casi en la totalidad, de especialistas inmunólogos y epidemiólogos, que solo ven las cosas, estrechamente, bajo la perspectiva de su propia materia.

La capitulación de políticos que, por su naturaleza, se supone que van a proteger al Estado, es bastante perturbadora. Se supone que van a mirar con mayor perspectiva, teniendo en cuenta la imagen entera. Si este no es el caso, entonces esta situación hace que uno tenga varias dudas sobre si los gobernantes son aptos para su misión. Mientras tanto, actualmente, Polonia está dirigida por el Prof. Horban junto a otros varios especialistas que no solo querrían imponer un toque de queda en el país, pues no presentan ninguna estadística o dato en los que se basen sus recomendaciones a Morawiecki.

No hay justificación para el cierre de hoteles, museos, teatros, cines o restaurante. En noviembre, el gobierno anunció un mapa mostrando lo que cambiará si el coronavirus creciese, pero doce días después, más o menos, ya se retiró. La consecuencia natural de este enfoque son las regulaciones de baja calidad, rápidamente escritas y presentes un día antes de entrar con fuerza, lo que causa un inconmesurable caos.

Las ayudas con las que el gobierno intenta mantener el confinamiento no están llegando a todo el mundo y algunas industrias están al borde del colapso. El think tank «Warsaw Enterprise Institute» creó el Contador de Pérdidas por el Confinamiento, que estima, en una base en marcha, cuánto han caído los ingresos de las compañías polacas como resultado del confinamiento de marzo de 2020. A principios de abril (sobre el día 5) de este año, hablábamos ya de treinta y ocho millardos de eslotis polacos.

Adicionalmente, se estima que incluso, cada segundo, cada punto gastronómico del mapa de Polonia podría desaparecer, y que 4 de cada 5 polacos estarían muy preocupados por su futuro profesional (la proporción de aquellos que estarían tranquilos se ha desplomado en un sesenta por ciento). Pero hay más pérdidas, como la desintegración de los lazos sociales y los efectos de la educación remota, la falta de descanso normal y la adicción a los ordenadores y los teléfonos. Y lo peor de todo esto es el incremento masivo de muertes, que se podrían evitar sin ciertas medidas.

¿Cómo es posible que los doctores permitan esto? Bien, la respuesta es simple. Como resultado de una recomendación del Consejo Médico, el servicio de salud fue prácticamente cerrado a la hora de atender otras enfermedades. Las operaciones, los tratamientos y las visitas son canceladas. Desde hace un año, los hospitales o clínicas solo son, básicamente, para pacientes con COVID-19. Es más, se ha reemplazado la atención presencial de los pacientes. Con ello, tenemos 60000 muertes más.

Todo esto es un completo desastre, considerando que, en el ranking de países con mayor número de habitantes, estamos cerca de aquellos que son odiados por la propaganda gubernamental, como Suecia o Brasil. Nuestro gobierno ha tenido éxito en lo que nadie lo tuvo: no ha salvado ni a la gente ni a la economía. Polonia está en un túnel oscuro, y no puedes ver la luz…

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