El problema de la vivienda tiene muchas facetas, y una de ellas es el regulacionismo. Tiene gracia la izquierda cuando dice que para solucionar el problema de la vivienda hay que intervenir el mercado, cuando precisamente el mercado de la vivienda se encuentra archi-regulado y mega-intervenido. Es más, es justo por eso que tenemos un problema con la vivienda. Lo que habría que hacer para solucionar es aflojar el intervencionismo y el ultra-regulacionismo.
Uno de los factores principales para determinar el precio de la vivienda es el suelo. Si el suelo es escaso sube el precio. El suelo, que no es escaso en un país grande y con poca densidad de población como España, puede ser sin embargo escaso al menos por dos motivos. Primero porque el gobierno limite el suelo edificable. Son dos los modelos posibles: que se pueda edificar en cualquier lugar menos allí donde se limite, o que no se pueda edificar en ningún sitio menos en donde se permita. En España hemos apostado por lo segundo pensando que era más progresista, y después nos quejamos de la falta de suelo y del precio de la vivienda.
Otro factor para que el suelo sea escaso es la propia limitación del espacio en ciertos entornos. En el centro de una ciudad el espacio lógicamente va a estar limitado. No va a ser barato comprar una vivienda en el centro de una ciudad. La única forma de abaratar la vivienda en los centros urbanos es por el abandono y el deterioro de la seguridad.
¿Queremos vivir en el centro de Madrid, de Barcelona o de Nueva York y que sea barato? Pues no va a poder ser. Pero es que a lo mejor tenemos que hablar sobre el derecho a la vivienda. Desde luego no queremos que a nadie le falte un techo pero, ¿qué significa por otro lado eso del derecho a una vivienda? ¿Que hay que regalarle a todo el mundo una casa? ¿Que el que trabaje para pagarse una casa es un pardillo? ¿A lo que tiene todo el mundo derecho es a una vivienda en propiedad? ¿A una mansión? ¿En el centro de la ciudad? ¿Sin ninguna condición ni contraprestación? ¿Va a tener derecho a la vivienda todo el mundo siempre que no sea su propietario legal y la haya pagado con su esfuerzo? Nos quejamos por un lado de las consecuencias del monstruo que incentivamos por otro. Esto se aplica a múltiples ámbitos de la realidad y también a la política de vivienda.
Naturalmente la altura de las casas es un elemento por tanto que incide en el precio de la vivienda, si el suelo está limitado. Si sobre la misma superficie edificamos 10 pisos en vez de 5, la repercusión del coste del suelo sobre el precio de cada piso será la mitad. Si levantamos 20 pisos, la repercusión del precio del suelo sobre cada piso será la cuarta parte de si sólo levantamos 5 pisos. Si todas las casas tuvieran el doble de altura, tendríamos el doble de viviendas en el mismo espacio. Aparte de sacar más partido al suelo disponible y repartir más su coste, aumentar la oferta de viviendas aumentando las alturas también baja los precios. Qué raras son esas ciudades extranjeras llenas de rascacielos, ¿por qué se les habrá ocurrido esa extravagante idea? Obviamente los rascacielos tienen sus contras y vivir en Cuenca es maravilloso, pero desde luego en su ámbito tienen su lógica. ¿Hemos apostado por ciudades bajitas y que las viviendas con poca altura no sean optativas y encima queremos vivir en el centro? Pues estupendo, pero esa apuesta tiene consecuencias. No se puede sorber y soplar y quejarse al mismo tiempo, salvo siendo español.