Vamos a contar chistorras, tralará

Para entender lo que está ocurriendo en la política española, y aunque ya parezcan cosas del pasado, querría recordar aquí las fantásticas declaraciones de la abogada del portero de puticlú Koldo en un plató de televisión.

A la pregunta sobre la identidad que se escondía bajo el término “chistorra” la abogada no tuvo reparo en afirmar que su representado habría traído doscientas chistorras para un acto del partido. Y que la “m” de “millón” se refería a las raciones que sacaba del pedido. Para llegar al millón de raciones tendríamos que sacar quinientas raciones por chistorra. El concepto de “ración” se trocó en “picadillo”, porque quinientas son muchas raciones para un embutido por muy grande que sea. Inevitablemente se nos viene a las mientes que el tamaño sí importa. Pero al Partido Socialista no, que es capaz de multiplicar las estadísticas de los sondeos a base de tezanos o a los fijos discontinuos a base de yolandas. El PSOE ha sido siempre pródigo en promesas, empleos y mordidas que ahora dan a las chistorras.


Y esa es la clave: decir gilipolleces que algo quedará. Tenemos a la vista a una una empresaria confesando el delito, a una fontanera haciendo el trabajo sucio, al expresidente compadreando con Maduro, a Maduro promocionando al presidente, a la unidad especializada en la lucha contra el narcotráfico desmantelada, a Begoña impartiendo cátedra y recomendando empresas, al director orquesta desnortado buscando su despacho y tributando en Portugal, a las fuerzas armadas detenidas mientras Valencia está hundida en el barro, al Constitucional indultando a vulgares chorizos con corbata, a Puigdemont dictando la política fiscal, a la banda del Peugeot a punto de caramelo y a la ministra del fisco subiéndonos los impuestos y comiéndose las consonantes. Todo presunto, porque la gente tiene más miedo que carracuca de decir lo obvio.


El doctor en Economía y marido de la directora de cátedra y bachillera Gómez ha convertido a la izquierda en un embutido de desperdicios. La política española es un esperpento. Es una caricatura exagerada que aunque tomemos a broma es cruel, cruel en la pandemia que no se previno, en las ayudas que no llegan a Canarias; en Valencia, que si quieren ayuda que la pidan. El gobierno no trae a una muchacha accidentada de Haití pero sí a una flotilla tumultuosa entreverada de agentes de la ETA y de Hamás. El gobierno despliega a las fuerzas armadas cuando Begoña Gómez va a declarar pero no es capaz de asegurar que la vuelta a España ruede en paz. El gobierno declina hacer consideraciones sobre el nobel de la paz a la heroína Corina Machado, que vale más que todo el gobierno junto bailando la sardana.


Es tan absurdo el hecho de que sigamos padeciendo esta cuadrilla de vulgares indocumentados, cuyo mismo dirigente pedía la dimisión de Rajoy por el sacrificio del perro Escalibur, es tan absurdo, tan denigrante, tan escandaloso, tan vejatorio, tan todo que cuando anuncian sus declaraciones en las noticias cada vez somos más los que bajamos el volumen. Pero, no hay mal que por bien no venga. Nunca como ahora se empezaba a hablar de los votantes del PSOE, de quienes justifican lo injustificable. Y así debe ser, porque somos beneficiarios y víctimas de la democracia. La propaganda pro izquierda ha sido tal en estos cincuenta años de democracia imparcial, que la izquierda tiene que recurrir a Gaza para seguir haciendo ruido.


Leía estos días casualmente el Tartufo de Molière, la escena en la que Orgón ya ha descubierto con sus propios ojos que Tartufo es un hipócrita miserable. Orgón ha visto como Tartufo, que aparenta ser un meapilas escrupuloso y santurrón, estaba intentando seducir a su mujer en su propia casa. Pero la madre de Orgón, que está muy encariñada de Tartufo, no se lo cree:


MADAME PERNELLE- Hijo mío, no puedo creer, de ninguna manera, que haya querido cometer una acción tan perversa.

ORGÓN- ¿Cómo?

MADAME PERNELLE- A la gente honrada se le envidia siempre. (…) Habrán forjado mil patrañas acerca de él.

ORGÓN- Os he dicho ya que lo he visto con mis propios ojos.

MADAME PERNELLE- La maldad de los calumniadores es infinita. (…) Nunca falta a las malas lenguas veneno que escupir y no hay quien en este mundo pueda defenderse de ellas.

ORGÓN- Son las vuestras razones que carecen de sentido. ¡Yo he visto, ¿estáis oyendo?, visto, visto con mis propios ojos, lo que se dice visto! ¿He de repetíroslo mil veces en vuestra orejas y gritar como cinco?

MADAME PERNELLE- ¡Jesús! La más de las veces las apariencias engañan. No se ha de juzgar siempre por lo que se ve.

Molière, qué iba a saber él, estaba retratando a la izquierda española, o más exactamente, a ese votante de la izquierda que sigue justificando a Sánchez, con Ana Belén y Serrat a la cabeza. Parece mentira.

Si el fiscal general borró su móvil justo la semana que salta el caso, no debemos pensar que tenía algo que esconder. Si Carmen Pano declara en sede judicial que entregó bolsas de dinero al partido (qué ganará con eso) no debemos creer que el partido cobre comisiones. Si crearon una plaza inútil en Extremadura no debemos creer que fuera para el hermano músico. Si tenía una casa en Portugal no debemos creer que la Montero no se hubiera enterado. Si asoman las chistorras por los sobres no debemos creer que son billetes. Si Zapatero se ha hecho de oro desde que dejó la presidencia, si Sánchez consiguió la presidencia de la Internacional Socialista desde que cambió de postura con la narcodictadura, no debemos pensar que Delcy Rodríguez siquiera pisara suelo español. Si riega a Marruecos con los millones de euros que no tenemos, no debemos creer que le deba nada a Marruecos. Si la comisaria de la ETA que publicó el titular “Ortega vuelve a la cárcel” llama fascistas a la oposición en la sede de soberanía del pueblo español, no debemos pensar que la ETA forma parte del gobierno. Seguramente entendimos mal. Nunca falta a las malas lenguas veneno que escupir.

No entiendo, por mucho estómago agradecido, que no haya surgido en el peor momento del PSOE desde la ya grave corrupción de la época de González, en la época en la que vemos ministres que no saben hablar, que no tienen dicción, que se nota que repiten guiones aprendidos con Alegría, que no tienen más vocabulario que un politiqué de panfleto, que tragan saliva para decir vamos a contar chorradas, que pegan manotazos a los periodistas que le salen al paso, que se pasan el día poniendo twits, que encargan una tesis doctoral, que contratan por centenares a gente inútil para presidir entidades que necesitarían de licenciados acreditados con larga experiencia profesional y académica; no se entiende que con semejante carretón de indocumentados, cínicos e incultos, investigados por el cachalote sistema judicial español por corrupción y latrocinio, no haya salido con fuerza un partido que imite aunque sea a esa socialdemocracia que en Europa tuvo un cierto éxito.

No entiendo que en la izquierda, como pasó en la derecha con VOX, no salga un partido que apele con urgencia a la decencia. Si tuviera que apostar por una razón, diría que la izquierda fetén siempre vivió en España de presentarse como la víctima, creyendo que así ganaría siempre.

Yo creo que, como en Tartufo, están ya en el quinto acto.

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