Acabar con el Impuesto de Sociedades sería, quizá, bueno para todos

La empresa es el enemigo, no digamos en España. Cuanto peor les vaya a las empresas mejor para todos. Cuantas menos empresas haya en un país mucho mejor para el país. Los países en los que todas las empresas no buscan el lucro, son del gobierno y tienen como finalidad el bien colectivo, son países maravillosos. El presente y la historia están llenos de ejemplos exitosos a este respecto. Mientras se consigue acabar con las empresas y todavía haya que aguantar su existencia hay que machacarlas fiscalmente y denigrar a sus propietarios. Este es el panorama en el que nos movemos actualmente y en el que «inexplicablemente» vivimos en una situación de estancamiento. Sin duda no perseguimos aún lo suficiente al empresario. Una empresa es una cosa que no funciona hasta que no pones un Oscar Puente a gestionarla con eficacia. Por suerte tenemos una herramienta para perseguir a las empresas que se llama el Impuesto de Sociedades. No es la única arma disponible pero es una de las más eficaces. Se trata de un instrumento fundamental porque persigue a las empresas más odiosas y perjudiciales de todas: las empresas con beneficios.

Pese a la mala fama de que gozan los beneficios, sin embargo, son los que permiten mantener a flote una empresa, incluyendo el sostenimiento de las nóminas, el pago a los proveedores o los impuestos. Son también los que permiten la reinversión, la mejora del negocio o su ampliación llegado el caso, salvo que seas Pablo Iglesias y la ampliación del negocio te la paguen a cambio de nada los devotos con donativos.

Todas las empresas son odiosas, pero cuanto más grandes son más odiosas. Se puede perdonar que una empresa tenga un pequeño beneficio, pero no se puede librar de la guillotina a quien presente una gran beneficio. Cada vez que una empresa presenta un gran beneficio es ocasión para que la izquierda lo presente como un gran escándalo social y se rasque las vestiduras.

Sucede sin embargo con los grandes beneficios de las grandes empresas que a menudo son el resultado de unas cifras de negocio gigantescas. Es decir, ganar 1.000 millones puede parecer un resultado bestial, pero no lo es tanto si para ganar 1.000 hay que tener unas ventas de 100.000. De hecho, ganar 1.000 con una cifra de ventas de 100.000 es un resultado bastante malo. Cuando por tanto se señala a una empresa porque gana 1.000 millones hay que tener en cuenta toda la cifra de negocio y el marco en el que se consigue ese resultado.

Cuando por otro lado una gran empresa tiene un mal año o atraviesa una crisis también las cifras para mal suelen ser gigantescas. ¿Qué pasa cuando una empresa pierde 500 millones o reduce los beneficios a la mitad? ¿Se reducen los sueldos a la mitad? ¿Reclaman los proveedores sólo el pago de la mitad?

¿Le damos un premio al empresario cuando pierde porque ganar dinero es muy malo? ¿La nacionalizamos? El hecho es que vivimos en la incoherencia entre lamentarnos por las empresas con pérdidas que cierran o reducen plantilla y condenar a las empresas que ganan dinero señalándolas como una plaga. ¿En qué quedamos? ¿Es bueno o malo que las empresas ganen dinero? Si las empresas son malas, ¿es malo que se vayan o que no vengan? Como odiamos los beneficios, ¿cuantas más empresas perdiendo dinero tengamos en el país más ricos seremos? ¿Por qué le va mal a Africa? ¿Porque es un continente con demasiadas empresas? ¿Cuál es el resultado de perseguir en las empresas en Venezuela o en Cuba? ¿Nos acordamos de la URSS o de la RDA por algo más que sus chándales?

No suele tenerse en cuenta que los beneficios de una empresa son lo que queda después de pagar a los acreedores, a los proveedores, a los empleados y también al gobierno. Es decir, el primer euro de beneficios para la empresa no llega hasta haber enriquecido a muchas otras personas por el camino. ¿Pero que pasa con esos beneficios? ¿Todo es ya malo a partir del primer euro de beneficio?

Hay quien se piensa que los beneficios de una gran empresa son íntegramente una ganancia para el empresario. Esto sin embargo es muy raro. En las grandes empresas, esas que ganan cientos o miles de millones, esas que tanto indignan a Ione Belarra, normalmente el empresario es un accionista de su propia empresa. Elon Musk, Jeff Beezos o Amancio Ortega son tan sólo accionistas de sus propias empresas. ¿Quiere usted participar del negocio de estos grandes millonarios? Comprar una acción de sus empresas suele costar sólo unas decenas de euros. Si piensa que no hay ningún riesgo está perdiendo el tiempo dedicando a otra cosa el dinero. Pero no perdamos la perspectiva, ¿dónde va el beneficio de grandes empresas como Inditex, Tesla o Amazon?

Cualquiera que analice sus cuentas se da cuenta de que el beneficio no es una cantidad que se queda en el bolsillo del empresario. Es más, ni siquiera es una cantidad que se reparte entre todos los accionistas, sino que generalmente la cantidad del beneficio que se reparte entre los accionistas es sólo una pequeña proporción, raramente más del 50%. Cuando una empresa esta creciendo a buen ritmo, lo normal es que ni reparta beneficios. ¿Qué se hace entonces con los beneficios? Se reinvierten en el negocio para que siga creciendo.

Desde este punto de vista dejar a las empresas que reinviertan sus beneficios puede ser la opción más inteligente incluso desde un punto de vista egoísta para el resto del país, para el gobierno o hasta para Ione Belarra. Una empresa que funciona, por todo lo expuesto, es una fuente de riqueza para los empleados, para el estado, para los proveedores, para las aseguradoras, para los bancos… para todo el mundo. También para los propietarios de la empresa los muy bandidos. Cuando una empresa funciona, genera riqueza y crece lo mejor por tanto para todos es que siga creciendo y para eso lo mejor es dejar que reinvierta en crecer su propio beneficio. Si por el contrario le quitas el beneficio y se lo das a Irene Montero o a Pedro Sánchez lo dedicará a comprar pulseras localizadoras defectuosas o a premiar la fidelidad perruna de la Santaolalla de turno. La gente se cree que los beneficios de las empresas sirven para que el empresario se compre un yate más grande pero en general la mayor parte de los beneficios se reinvierten en el propio negocio. Deja a una empresa sin beneficios y se reseca el negocio. Se reseca el negocio y perdemos todos. La empresa es una fuente alrededor de la cual crece la hierba en que nos tumbamos.

¿Qué pasa de todos modos si una empresa no reinvierte los beneficios y los reparte? Pues que eso se convierte en un ingreso del propietario o de los accionistas y el gobierno se queda con la parte correspondiente a través del IRPF. O sea, que pase lo que pase seguimos ganando todos. Todos ganamos si las empresas reinvierten sus beneficios en su crecimiento y todos ganamos si las empresas reparten sus beneficios. ¿Malditas sean entonces las empresas y malditos los beneficios o malditos sean los tontos? Si para que un país fuera exitoso bastara con poner a su frente a una Ione Belarra, ¿cómo es que hay en el mundo países que no sean exitosos? ¿Acaso no hay por cada Amancio Ortega un millón de Belarras? ¿Tenemos que creer que hay una conspiración galáctica para que las Belarras no lleguen al poder en ningún lado para probar el éxito de sus fórmulas? ¿O es más bien que allá donde las Belarras llegan al poder el fracaso está asegurado? Si el beneficio de las empresas o se reinvierte generando un beneficio para todos o se añade a los ingresos anuales del accionista y paga su IRPF, ¿no sería en realidad justo y lógico eliminar el Impuesto de Sociedades? ¿No sería una medida que serviría para dejar más recursos en manos de la empresa para poderlos reinvertir en el crecimiento y mejora del negocio? Y la parte que no se reinvierte y se distribuye entre los propietarios, ¿no paga impuestos al ser distribuida? A lo mejor es una revolución pasar a pensar que los beneficios de las empresas son buenos y que el mejor incentivo es la reinversión.

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2 respuestas

  1. Si Hacienda se gestionara como una empresa privada, sin duda podría eliminar el impuesto de sociedades. Una empresa privada cuida a sus mejores clientes, les brinda una atención especial y mejores precios, ya que comprende perfectamente que ellos son quienes consolidan su beneficio y garantizan su futuro. Hacienda hace exactamente lo contrario: los persigue, los insulta, los menosprecia y los odia, aunque dependa de ellos para subsistir. ¿Puede haber mayor incoherencia?

  2. El comentario tapado por las fotos:
    Egia dice:
    23 de septiembre de 2025 a las 22:43 pm
    Si Hacienda se gestionara como una empresa privada, sin duda podría eliminar el impuesto de sociedades. Una empresa privada cuida a sus mejores clientes, les brinda una atención especial y mejores precios, ya que comprende perfectamente que ellos son quienes consolidan su beneficio y garantizan su futuro. Hacienda hace exactamente lo contrario: los persigue, los insulta, los menosprecia y los odia, aunque dependa de ellos para subsistir. ¿Puede haber mayor incoherencia?

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