RIADAS EN BURLADA Como es habitual ante un desastre natural, las autoridades públicas echan balones fuera, poniendo a otras instituciones públicas como responsables, siempre de signo político contrario. Es lo que ha ocurrido en las inundaciones de Burlada. Creció el río porque llovió mucho y porque se desembalsó el agua, y eso seguirá siendo así por muchos años. La crecida arrasó el parque de la Nogalera en Burlada, el campo de béisbol, y las piscinas municipales; cincuenta coches, además, quedaron bajo las aguas. Los daños han sido millonarios. Ahora llega el momento de dar la cara. El ayuntamiento echa la culpa de las consecuencias de la riada a la Confederación Hidrográfica del Ebro por no avisar de la apertura de las compuertas del pantano de Eugui. Si se hubiera avisado con más tiempo posiblemente se habrían podido retirar los vehículos. En cualquier caso, a la policía municipal le habría bastado con comprobar las matrículas y llamar a los propietarios (otras veces lo han hecho). Lo que no parece posible es haber retirado de la zona inundada las piscinas cubiertas o el campo de béisbol. Quienes han previsto en ese lugar determinadas obras públicas tienen que prever los medios para protegerlos, máxime cuando las riadas en esa zona son habituales. Y a esos acuerdos para la protección de bienes públicos, pagados entre todos, hay que llegar en verano, porque lo que nunca va a dejar de pasar es que la nogalera de Burlada se inunde una vez cada dos años. Las instituciones públicas tienen ahora obligación de habilitar todos los servicios afectados en el menor plazo de tiempo posible, pero sobre todo tienen obligación de preparar los medios para que no vuelva a pasar lo mismo. El ayuntamiento de Burlada no está en condiciones de permitirse un gasto extra de cientos de millones cada vez que llueva en Navarra. Hay que prevenir. P.T.