Las causas de la crisis (I). Los antecedentes: La economía real a un ritmo irreal

Ahora que afrontamos una crisis que asusta, podemos caer en la tentación de pensar que somos los únicos a los que nos ha tocado vivir tiempos difíciles.

Nuestros abuelos podrían hablarnos de los tiempos de la posguerra, y nuestros padres de las crisis del petróleo en los 70. Pero sí tenemos nosotros la triste supremacía de la rapidez con la que generamos crisis sucesivas.
Muchas causas pueden esgrimirse a la hora de analizar el origen de esas crisis, y en particular la que vivimos ahora, pero me centraré ahora en una: el afán por hacer crecer la economía a ritmos irreales para justificar beneficios y remuneraciones tambíen irreales.
El tema se resume en una pregunta: ¿Qué prefieres ganar, veinte mil euros al año o veinte millones? Hombre, dirás, no hay que ser muy listo para responder a esa pregunta.
Efectivamente, no hay que ser muy listo, pero claro, si quieres ganar 20 millones de euros al año has de justificarlo de alguna manera, y aquí empiezan los problemas…
Hace unos años tuve una interesante conversación con un ejectivo de una multinacional textil norteamericana, que resumo a continuación:
Jesús: George, y tú ¿cuánto ganas al año?
George: 20 millones de dólares.
Jesús: ¿¡Cómo!? ¡¡¡20 millones!!!
George: Bueno, no te creas, Jesús, que no es tan fácil: mi empresa cada año tiene que ganar un 15% más de beneficios que el año anterior, y si no es así -al no cumplir las expectativas- baja en bolsa. Pero si las cumple, sube, y yo gano el bonus de 20 millones.
Jesús: Con lo cual ya te encargarás tú de que gane un 15% más por narices.
George: jajaja, efectivamente.
Jesús: ¿Y qué pasa si un año ves que no se va a conseguir?
George: Pues llenamos los camiones.
Jesús: ¿Cómo?
George: Bueno, como se contabiliza como ventas todo aquello que ha salido de fábrica, aunque no tengamos pedidos, llenamos los camiones; y eso contabiliza como venta y por tanto como beneficio. Y luego ya tenemos todo el año siguiente para venderlo.
Jesús: ¿Y si eso no basta?
George: Bueno, entonces… Se ajusta la contabilidad.
Jesús: Vamos, que presionas al director financiero para quitar unas cuantas pérdidas y aflorar algunas ganancias.
George: Eso nunca lo reconocería en público. Pero vamos, el director financiero tiene un bonus de 5 millones de dólares.
Jesús: Así que no hay que decirle nada…
(Silencio)
Esta conversación es absolutamente real, y he de reconocer que me impactó; y me hizo cuestionarme lo siguiente:
– ¿Cómo es posible esperar que algo, no sólo una empresa sino cualquier cosa, pueda crecer un 15% cada año? Tal vez lo haga durante un tiempo, pero está claro que no es sostenible a largo plazo. Bueno… salvo que se haga de forma ficticia.
– La mejor presión es aquélla que se produce sin necesidad de presionar: pon un bonus alto y todo se hará solo.
– Si para que los directivos ganen su bonus, suba la bolsa,  los brokers y accionistas ganen sus dividendos… algo ha de crecer un 15% cada año, todos se encargarán de que lo haga; y nadie supervisará el sistema si ello puede conllevar que todos pierdan.
Al año siguiente de tener esa conversación, empezaron a quebrar toda una serie de multinacionales en EEUU y fuera de ese país: ni siquiera los «ajustes» contables pudieron maquillar que no habían ganado lo que se esperaba de ellas.
Mi amigo se quedó sin bonus, la cotización en bolsa de su empresa se desplomó y muchos accionistas se arruinaron. La compañía fue troceada y vendida al poco tiempo. Despidieron a más de 3.000 personas.
Estas 3.000 personas no tenían bonus… Ellas sí estaban en un mundo real.
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