Y lo ha hecho con descaro y furia. Descaro, porque la intendencia criminal previa al atentado pone de manifiesto una preocupante capacidad para organizar una masacre sin mayor problema (es decir desbaratando la tesis que sostiene que la banda está tan “topada” que no tiene prácticamente margen de maniobra). Y furiosa, pues concentra en pocas horas gran actividad terrorista con previsión estratégica de producir muertes. Por eso, no se sabe como interpretar esta nueva campaña: respuesta calculada, huida hacia delante o nueva llamada a la negociación.
He dicho hasta la saciedad que luchar contra el terrorismo de Eta no consiste sólo en perseguir el crimen organizado, detener a sus miembros, juzgarlos y ponerlos a buen recaudo por los siglos de los siglos, … que también. Pero no basta.
…
Cada vez que la Policía detiene a un terrorista intento retener su edad. Llama la atención comprobar como, a estas alturas, todos los asesinos en nómina y en activo nacieron una vez terminada la época franquista. Es decir que su odio, su resentimiento, su fanatismo lo han incubado y madurado en democracia.
En mi opinión, enfrentarse a Eta con garantía de éxito exigiría analizar el origen de su paranoia colectiva y combatirla. De la misma forma que la psique enfermiza del violador o el pederasta puede ser estudiada por médicos y psicólogos también la mente de los terroristas etarras debe ser analizada, diagnosticada y tratada.
Yo pregunto: Si la inmensa mayoría de los terroristas de Eta, son jóvenes y en un 99% todos han nacido o se han educado en el País Vasco (o Navarra), ¿no parecería lógico estudiar el impacto de lo que todos ellos aprenden para conocer si lo que se les enseña influye o no en su comportamiento criminal posterior?
Yo, que no soy psicólogo ni sociólogo, estoy convencido de que lo que se les enseña en algunos centros educativos del País Vasco (y seguramente también de Navarra) sirve de valiosa munición para alimentar el odio que envenena, y finalmente, condiciona el contraalma terrorista.
Si no concentramos nuestros esfuerzos en luchar contra el fenómeno de la maduración terrorista y la carcoma moral que la acompaña jamás acabaremos con este problema. Jamás.
…
Hace unos meses el Parlamento Vasco aprobó la norma que recoge básicamente los contenidos evaluables y las disciplinas curriculares que los niños y niñas del País Vasco deberán aprender para poder aprobar allí todos los niveles de la educación obligatoria.
Se trata de una norma escandalosa, cuyo contenido ha sido conscientemente silenciado por sus mentores, pues la regulación que ampara supone el mayor proyecto de manipulación y adoctrinamiento colectivo de la historia reciente de nuestra democracia. Así como suena.
El Gobierno de Navarra ha hecho bien sus deberes a la hora de plantear batalla a esta aberración jurídica. También el Partido Socialista de Navarra fijó en el Parlamento Foral su posición contraria al contenido de la ley vasca. El Gobierno de España ¡también socialista!, en cambio, ha decidido no dar ninguna información sobre las discusiones y negociaciones que tuvieron lugar -no sé sabe ni donde ni como- entre la Alta Inspección de Educación y el Gobierno vasco para “legalizar” el contenido de la ley. Y todo indica que Zapatero e Ibarretxe habrían llegado a un pacto (invisible) de no agresión con este tema, con la vista puesta, unos en la aprobación de los presupuestos y otros en la construcción de Euskalherría.
(Convendría saber qué información maneja el PSN sobre este tema tan vital para Navarra. Y si ha hecho algo más que aquella firme declaración (¿o pose?) en contra de la norma en el parlamento vasco.
(Y, bueno sería también que alguien del Gobierno de Zapatero nos dijera algo sobre el tema. Aunque sólo sea para saber a qué nos debemos de atener en el futuro)
Yo he dicho por activa y por pasiva lo que pienso sobre el tema: hacer dejación de nuestra obligación de combatir la mentira y la manipulación que se imparten impunemente en los centros educativos del País Vasco y de Navarra es la mejor manera de no terminar nunca con Eta.
… A veces da la sensación de que uno predica en el desierto.