Lo escribo y cierta indignación me viene al recordar la escena. En Pamplona hay un sector del gremio de camareros de nula profesionalidad. Es inadmisible que un camarero te pueda decir que te quedes en casa después de cobrarte seis euros por una bebida en vaso de plástico. La vida está muy achuchada para todos, pero lo cierto es que estos bares son la gallina de los huevos de oro que los dueños alquilan a grupos que, trabajando a destajo, por supuesto, se hacen el agosto en julio, o en una noche como la de noche vieja. Pero mucha gente trabaja a destajo y a horas intempestivas y no por ello tima.
Hace tiempo que no tomo copas, porque me da grima pagar lo que por una entrada de cine o un paquete del mejor paté. Eso sí, nuestro espíritu gregario ahí nos tiene, dejándonos el gasto de la calefacción mensual en una noche de sábado. La situación se comenta por sí sola. Empiezo el año diciéndome que a veces somos un poco tontos.