Hace unos días pude leer en la prensa, con una mezcla de sorpresa e indignación, que habían comparecido en el Parlamento Foral tres miembros del Consejo Escolar de Navarra.
El motivo no era otro que exponer sus alegaciones al Plan de Educación en Igualdad elaborado por el Departamento de Educación. ¡Vaya, solo tres de un órgano que tiene más de treinta representantes! Percibo que serán, precisamente, tan solo los tres que se han posicionado en contra del documento. Percibo también que se trata del juicio sobre el borrador que se había presentado en el propio Consejo Escolar, con el fin de mejorarlo con las aportaciones a que hubiere lugar; por lo tanto, no sobre el texto definitivo. El texto definitivo se presentó esa misma mañana al Parlamento y a los medios. Dada su extensión y detalle no creo que pudieran leerlo, y mucho menos valorarlo, ni los tres comparecientes en la comisión, ni los políticos -y las políticas- componentes de la misma. Más aún, varias de las personas que opinaron acerca del texto durante la comparecencia reconocieron que no habían tenido tiempo de leerlo, al menos así se recogió en la prensa.
Como mujer y como madre de tres hijos, dos chicas y un chico, y muy preocupada de siempre por la calidad de la educación, tras leer el texto -el definitivo, no un borrador- del Plan presentado por el Departamento de Educación, creo que es un acierto el impulso de esta política. Pienso que son un acierto las claves que describen el estado de la cuestión, la argumentación, los objetivos y la metodología propuesta para su aplicación. Quizá por no estar predispuesta ni a favor ni en contra, quizá por percibirlo sólo como madre de familia y como mujer preocupada por la educación de sus hijos, personalmente no veo los nubarrones dibujados por los -y las- comparecientes y los políticos -y las políticas- presentes en la comisión. No los veo por ninguna parte. Más bien veo “un dime lo que quieras, que yo me opongo.”Confío (y en estos tiempos ya es difícil) que una cuestión de este tipo, cuente con todo el respaldo político del Parlamento. Luego, vendrá su aplicación y seguimiento. No sería malo que, quienes hacen valer prejuicios políticos e ideológicos al acercarse a la educación, se recluyan en un silencio más sabio que sus palabras, desafortunadamente avaladas, en este caso, por el desconocimiento de lo que critican. Por el momento, como madre, me satisface y mucho, saber que la Administración educativa en la que mis hijos se están formando y educando se preocupa no sólo por el currículum académico sino por su educación en valores, para conseguir una sociedad mejor y más justa.
Me gustaría también, como ciudadana que los políticos -y las políticas- que dicen representarnos no sigan haciendo demagogia partidista con cuestiones de tanta importancia.