Es lo que estoy tratando de explicar. Que ser socialista no consiste en ser muy progre y desconocer el perdón histórico y llevar un calzoncillo del Che. No. El socialismo es una vuelta de tuerca del liberalismo que consiste en trasladar el presunto disfrute de una libertad absoluta del individuo al Estado. Suele pasar a los antiguos liberales que a base de pisar la moqueta presupuestaria -y el phaeton, se me olvidaba- acaban haciéndose socialistas de hecho. Lo que hay que negar a ambas ideologías es que la libertad sea absoluta. No lo es, porque cada cosa libre que se hace libremente produce unas consecuencias impepinables que nos esclavizan. Y no lo es porque, a Dios gracias, no siempre se puede vivir como si Dios no existiera.
Es preciso romper el debate liberalismo-socialismo de alguna manera. El problema político que hay que resolver no es el "quién" tiene derecho a una libertad sin límites sino cuáles son los límites que nos pueden permitir hablar de tolerancia, e incluso de "tolerancia cero". El problema no es si quien tiene que fijar el límite de velocidad en las carreteras es el individuo o el estado. No es si uno tiene derecho a pegar a su señora o si el estado por contra puede llegar a legitimar la muerte de los embriones y de los viejos. No necesitamos un gobierno que prepare una Ley Foral de Juventud. Eso no se le ocurrió ni a Lenin. Lo que necesitamos es que los jóvenes sepan de dónde vienen y que tengan alguna otra esperanza que no sea ganar la oposición.
Jerónimo Erro