¿Un tal Pérez?
Otra cosica es la elección del arzobispo. Más lenta que la del presidente, sí, pero menos estresante. Y no menos democrática, por cierto. Además don Fernando Sebastián seguirá siendo pastor en plenitud de facultades hasta que llegue el nuevo. Así que mucha tranquilidad. No hay sede vacante. No hay obispo “en funciones”.
Y a todo esto ¿tan importante es el arzobispo? Pues sí señor. En Navarra -como en casi toda Europa-, el obispo es, después de la familia, la institución más antigua. Es decir, que además de vieja es “fundamental”, y si no existiera tendríamos que inventarnos otra cosa porque la historia de los hombres es una construcción en la que las columnas antiguas fundamentan las últimas filigranas. El obispado de Pamplona existía ya mucho antes de que surgiera este reino de Pamplona-Navarra. Antes de los Arista, antes de los Sanchos, antes de los Teobaldos, antes de los moros, antes de los fueros, antes de las cortes, antes que todo el papel y antes que casi todas las piedras. Aquel primer obispo que llamamos Fermín, y muchos de sus sucesores, no tuvieron ni Cámara de Comptos, ni Sarasate, ni Osasuna, ni CAN, ni “sanfermines”. Y sin embargo esa auténtica cadena emblemática que ellos iniciaron y que es la sucesión apostólica pamplonesa ha servido para que este edificio imperfecto que hoy llamamos Navarra no se haya visto truncado como otra torre de Babel.
Tan importante es el obispo que importa poco quién sea. Como si es un tal Pérez… Como si es “de Burgos”… ¡Bienvenido sea!. Al fin y al cabo la principal tarea de un obispo es enseñar lo que la Iglesia enseña ¿no?. Es decir, indicarnos lo que está bien y lo que está mal. Nada menos.
Jerónimo Erro