Ojo, que si hablamos de que sería bueno despolitizar el organigrama de la única gran caja de ahorros que nos queda es porque pensamos que hay que preservar a esta entidad, decisiva para la estabilidad económica de la sociedad navarra, de los trapicheos partidistas, de los vaivenes electorales y del intervencionismo abusivo. Pero el control público, gubernamental, estatal o como se quiera llamar no puede desaparecer. No vaya a ser que alguno piense que se abre la veda para que la Caja se convierta en un banco cualquiera. No señor. Una Caja de Ahorros y Monte de Piedad se parece, pero no es un banco. Y de alguna manera habrá de garantizarse que la CAN -y cualquier otra caja benéfica que pueda existir en nuestro viejo reyno- sigue siendo fundamentalmente un instrumento de redistribución de la riqueza.
La palabra que mejor retrata al banco es el interés, primo hermano de la usura; mientras que en el origen de este otro invento que nos gustaría preservar por encima de crisis y bonanzas se encuentra la pobre y desprestigiada palabra "piedad". No olviden los ingenieros legales a quienes se encomiende cualquier cambio en los estatutos de la CAN la historia siguiente: Los "montes de piedad" (o "montones" de dinero reunidos con un fin piadoso) fueron un invento de los franciscanos medievales para defender a los pobres de la usura. Los "bancos" son la versión renacentista del prestamismo interesado que tan bien ejercieron los hebreos. Las cajas de ahorro finalmente tienen mucho que ver con esa "virtud" más protestante que católica que se llama ahorro. Como pueden ver ni siquiera el vil metal escapa a los condicionamientos religiosos. ¿Qué se pensaban entonces que era eso de las raíces cristianas de Europa?
Jerónimo Erro