“España no es una nación de naciones sino de individuos libres e independientes», afirmó Mariano Rajoy, que fue muy explícito al respecto: «No hay más que una Nación, la española». Estas y otras declaraciones de liberalismo típico y de radicalismo constitucional en las que Rajoy afirma que no hay nada -salvo los individuos- fuera ni antes de la Constitución, han servido de arma arrojadiza a Patxi Zabaleta para pedir a los demás políticos navarros la reprobación del jefe del PP por antiforal. No tiene mucho sentido que Zabaleta quiera aparecer como garante de la libertad de Navarra cuando su objetivo político es precisamente la integración de Navarra en Euskadi. Por su parte la respuesta de UPN ha sido poco afortunada. Alberto Catalán se ha apresurado a decir que no, que Rajoy es nuestro amigo, que respeta mucho el régimen foral de Navarra y que en en esta materia firmará lo que le pidan sus socios de UPN. Dicen que hay que tenerlos hasta en el infierno, cierto, pero la cuestión no es que Rajoy sea “nuestro amigo”. La cuestión es que la legitimidad del fuero navarro no puede estar en funcion de la mayor o menor amistad de un jefe político. Porque el régimen foral de Navarra no es, como se empeñó en hacernos creer el franquismo, una rareza folclórica. No es una cosa curiosa de una región extraña. El régimen foral navarro es lo que queda de una manera de entender la libertad, la sociedad y el bien común que nunca debió perderse en el resto de España. Rajoy y los suyos -y tambien los otros- ponen todo su énfasis en los individuos que se constituyen en nación soberana. Nosotros le diríamos a Rajoy -y a los otros- que además de a los individuos, las estructuras políticas deben tener en cuenta a las familias, a los municipios y a las regiones. Eso también es el fuero. Y si Patxi Zabaleta y Alberto Catalán quieren presumir de foralidad harían bien en pensarlo un poco. «Jerónimo Erro»