Y ya la tenemos. Así que ahora que se nos echa la crisis encima se verá si además de para presumir de ella sirve para que Navarra pueda capear mejor el temporal. Conviene distinguir las dos cosas. Una, que de cuando éramos un reino con moneda propia hemos conservado la facultad de ser una pequeña isla económica. Y dos, que hasta ahora no nos ha ido tan mal la cosa, al menos en comparación con el resto. Son dos aspectos diferentes a considerar de manera que no es la pura eficacia lo que justifica la pervivencia de una economía foral. Nuestra autonomía sería defendida por Navarra incluso en el caso de que nos fuera peor que a los demás españoles. Porque la vida es complicada y porque es mentira que sea el dinero lo único que mueve la historia y las conciencias..
En cualquier caso, tengamos mayor o menor autonomía en nuestras cuentas tampoco nos hagamos demasiadas ilusiones robinsonianas. Es verdad que algunas veces parecemos una isla de verdad, especialmente cuando sube la marea. Pero cuando baja todo se iguala. Y eso pasa porque la gente, y el capital y las mercancías se mueven más que nunca. Porque, por ejemplo, lo que ahorramos ecológicamente con nuestros bosques y nuestros molinos lo gastamos en un consumo energético por encima de la media. Porque la inmigración no sabe de viejas foralidades. Porque las ideas, los estilos y las mentalidades tienden a prescindir del factor espacio arraigando más fácilmente en una generación que en una patria. Sea como sea, de momento tenemos el plan 2012. ¿Ya se ha enterado Solbes?
Jerónimo Erro