Lo saben perfectamente los ideólogos nazionalistas y por eso van a tratar una vez más de aprovechar el altavoz internacional que ofrecen los sanfermines para relanzar su cruzada bicrucífera. Para meternos la icurriña hasta en la sopa. Para fotocopiar todos sus estandartes y marcar el territorio. Lo malo es que esta táctica simbolista es un arma de doble filo. Si no se asienta en personas de carne y hueso acabará por notarse. Y ya se nota, incluso en el mismo empeño de organizar una manifestación en defensa de los símbolos, como si fueran cosa sagrada.
Hay gente que no protesta cuanto le plantan en su calle o su peña una bandera extraña exclusivamente por miedo. O por evitarse líos. Esa gente querrá un día cobrarse la revancha. ¿No se dan cuenta los que ahora fuerzan la máquina manipulando la imagen de Pamplona para presentarla como lo que no es?
Jerónimo Erro