Propaganda católica

 

Hay una cosa (entre otras) que se está haciendo bien en materia de comunicación eclesial católica. Puede parecer un progreso humilde pero es uno de esos gestos que el Beato Juan Pablo aplaudiría. Me refiero a los carteles que con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud lucen en algunas iglesias. El mundo está lleno de templos, edificios religiosos, colegios, conventos… fachadas monumentales con vistas al corazón de todas y cada unas de nuestras principales plazas. ¿Por qué no se va a aprovechar su impacto visual para seguir transmitiendo el mensaje de siempre? ¡Si lo hace todo el mundo, desde el castrismo hasta el cortinglés…! Lo han hecho hasta la extenuación con el Plan E. Lo hacen en la fachada del Vaticano en las grandes ocasiones. ¿Y por qué no en la catedral de Pamplona ahora que tiene recién lavada la cara? ¿Acaso no se levantaron con esa finalidad propagandística y catequética muchas de esas artísticas fachadas llenas de relieves? ¿Y no se construyeron los campanarios para ser vistos y oídos desde lejos? Hay una cosa peor que hacer una iglesia triste y conservadora y es hacerla muda y ciega. Si no hubiera nada que anunciar sería comprensible guardar silencio, mantener las fachadas como puros contenedores de arte caduco. Pero no, los templos están vivos, la fe sigue moviendo montañas, hay un mensaje que transmitir. Hay que aprovechar esos espacios verticales, y defenderlos cuando salga el concejal de turno -que saldrá- para protestar en nombre de la ordenanza estúpida y la turística piedra muerta.
Bien está que se contrate una campaña en las vallas publicitarias, hay que predicar allí por donde pasan los coches. Pero hay también que aprovechar las fachadas, y los campanarios, y hasta los propios balcones particulares. Ahora que se complica tener abiertos los templos hay que sacar los retablos a la calle, para que griten las piedras. Aleluya!

 

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