Eso que han llamado “paridad” no es la extensión de un derecho. Porque si fuera un derecho sería libre. Y lo que tenemos ahora consignado en la ley es la obligación de que, al menos, haya un 40% de mujeres en las listas. Es decir, que la nueva ley, bajo la apariencia de extender un privilegio antes reservado en exclusiva a los varones, lo que está haciendo es obligar a las mujeres -que a lo mejor no quieren ni les interesa hacerlo- a participar en esa cosa antipática y aburrida que es la política de partido.
Este es el drama de los progres y sus rollos ideológicos: que procuran desequilibrar lo equilibrado, como cuando se cargan esa institución perfectamente paritaria llamada matrimonio, al mismo tiempo que tratan de equilibrar de forma artificial cosas naturalmente desequilibradas como son las apetencias, los gustos, y las preferencias que caracterizan a los hombres por un lado, y a las mujeres por otro.
Es como si volvieran a vendernos la “mili” diciendo que tenemos el derecho de defender la Patria. Pues no señor. No se trata de derechos. Aquí lo que está en juego es la libertad de cada cual. Y si de verdad quieren saber qué es lo que quieren las mujeres hagan una cosa: pongan dos urnas en cada mesa electoral, una rosa y otra azul. Y que la de ellas elija el 51% de los diputados. ¿O es que tienen miedo a la democracia?
Jerónimo Erro