Impuesto y beca. Palo y zanahoria. Poli malo y poli bueno. Dos caras de una misma moneda con la que se pagan las altas cotas de bienestar que disfrutamos. Siempre hubo sanciones y siempre prebendas en el juego del poderoso y el plebeyo se me dirá. Pero nunca -seamos sinceros- en la medida exagerada merced a la cual se nos sangra hoy. Nunca tuvo la Diputación Foral tanto poder, tantos recursos, tanta riqueza disponible. Nunca se multó tanto. Nunca se subvencionó tanto. En los últimos años veníamos asistiendo a un crecimiento imparable de todos esos conceptos. Bendita crisis si nos deja tomar aire en el descansillo de este progreso perpetuo. Lo único que temo es que como quien no quiere la cosa, y aprovechando la necesidad, se apriete la tuerca en las multas y se afloje en los servicios. Eso si que sería una faena.
Jerónimo Erro