La literatura universal, especialmente desde la época del romanticismo decimonónico, está llena de historias que reflejan los conflictos generacionales. Desde entonces, cada hornada de nuevos hombres se ha hecho camino en la sucesión de generaciones a base de marcar diferencias con sus mayores, y con sus jóvenes. La inestabilidad típica de un mundo cada vez más acelerado se muestra en esta tensión en la que las sucesivas edades del hombre, como estratos edafológicos, van acumulándose en tonos diferentes. Lo que pasa es que esa mencionada aceleración está haciendo que la división se esté introduciendo ahora en la mismísima biografía de cada uno. Ya no es que cambiemos solo al pasar de jóvenes a adultos, eso es lo normal. El problema es que cuando somos adultos, en unos años, todo nos anima a cambiar con frecuencia de cosmovisión, de estilo y de hábitos. Y lo peor es que el cambio viene casi siempre marcado por eso que se llama "políticamente correcto". Se lo estamos poniendo complicadillo a los jóvenes que vienen detrás. ¿Contra quién o contra qué van a poder enfocar su innata rebeldía si sus padres son unos veletas?
Jerónimo Erro