La eliminación de referencias religiosas en las instituciones educativas que están promoviendo los ideólogos del laicismo, es decir, el establecimiento de un ámbito de asepsia atea en el aula, es una agresión a los alumnos que tienen fe. Porque cuando uno tiene fe, es decir, cuando pretende vivir "como si Dios existiera", lo que le piden el cuerpo y el alma es poner estampitas como marcapáginas, o cuadros de la Virgen María por las paredes, o versículos del Corán como cenefa decorativa. Prohibirlo es reprimirlo. Censurarlo es perseguirlo. Si además el vaciado cristofóbico se hace por decreto y sin consultar a los padres, que son los responsables de la educación de los niños, se está cometiendo un atropello tiránico, antidemocrático y liberticida. Lo peor que podemos hacer los creyentes religiosos ante estos ataques de los creyentes en la no-creencia es claudicar y pedir perdón en lugar de defender nuestros derechos. Pidamos un poco de sentido común, que no nos roben los argumentos. Si no quieren a Dios ni en pintura que lo digan pero que no nos vengan con el cuento de que es por la libertad.
Jerónimo Erro